El 11 de marzo, el Congreso de la República vivió un importante giro en la historia reciente de las reformas del gobierno de Gustavo Petro. Ocho de los catorce miembros de la Comisión Séptima del Senado votaron en contra de la reforma laboral, apoyando la ponencia negativa. Con esta decisión, la iniciativa parece quedar prácticamente descartada, lo que ha generado reacciones encontradas entre los actores políticos del país.
Desde el sector político contrario a la reforma, la senadora María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, expresó su satisfacción por el estancamiento del proyecto. En sus redes sociales, Cabal señaló que la reforma estaba “llena de ideología” y que no representaba una solución real para los problemas laborales del país. Según ella, el aumento de los costos laborales en un 34% podría poner en riesgo la generación de empleo, especialmente en las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes).
En la misma línea, el senador Miguel Uribe Turbay también respaldó la decisión de la Comisión Séptima. “Que el Congreso sea un muro de contención contra la irresponsabilidad y la incapacidad de Petro”, escribió en X. Además, Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, se sumó a las críticas, destacando que muchas empresas del sector comercial, industrial y de servicios se salvaron de un posible incremento del 30% en los costos laborales.
Las críticas al bloque opositor
Los congresistas del Pacto Histórico no tardaron en manifestar su rechazo a la decisión de la Comisión Séptima. Como Omar Restrepo, integrante de la comisión, señaló que no era justo que solo un pequeño grupo de senadores decidiera sobre los derechos laborales de millones de colombianos. Por su parte, el representante David Racero expresó su indignación, acusando a los opositores de ignorar las necesidades de los trabajadores mientras gozaban de beneficios laborales superiores.
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Este estancamiento de la reforma laboral refleja la continua división en el Congreso sobre los proyectos emblemáticos del gobierno de Gustavo Petro. Con un panorama político cada vez más polarizado, las reformas laborales y sociales del petrismo se enfrentan a un futuro incierto en un Congreso donde los intereses contrapuestos parecen no dar tregua.