La confrontación verbal entre el presidente Gustavo Petro y el expresidente Álvaro Uribe Vélez sumó un nuevo capítulo este miércoles, con acusaciones cruzadas que revivieron viejas heridas de la política colombiana y de la memoria de crímenes contra líderes sociales y opositores.
El detonante fue un pronunciamiento de Uribe sobre el reciente asesinato de Miguel, a quien describió como un opositor “crítico y razonado”. Según el exmandatario, el crimen habría sido instigado por el propio presidente Petro, en un discurso que calificó de “rabioso” y motivado por venganza.
En un texto leído por el representante a la Cámara Christian Garcés Vallejo, debido a que Uribe no pudo asistir personalmente por una condena que lo mantiene en detención domiciliaria, el exmandatario aseguró que el jefe de Estado recurrió a acusaciones contra el expresidente Julio César Turbay, abuelo de la víctima, ignorando su aporte al proceso de paz con el M-19. También recordó que la madre de Miguel, Diana, fue asesinada por el narcoterrorismo.
“El presidente quiso ignorar la contribución que al proceso de paz con el M19 dieron el expresidente Turbay y Diana, la madre de Miguel. En la historia del magnicidio de nuestra patria ha habido odios políticos y acciones criminales, pero estamos ante el caso excepcional del discurso presidencial instigador”, leyó Vallejo en nombre de Uribe.
La respuesta del presidente Petro llegó horas después, a través de su cuenta en X, con un mensaje directo y cargado de acusaciones. “Álvaro Uribe está lleno de veneno, desconoce el genocidio de la UP y la participación del Estado en él”, escribió el mandatario.
Petro aprovechó para recordar que este 13 de agosto se cumplieron 26 años del asesinato del periodista y humorista Jaime Garzón, un crimen que, según él, fue instigado por un asesor del gobierno de Uribe. También criticó que el expresidente intente responsabilizar a su administración del asesinato de Miguel, asegurando que “los indicios apuntan a los mismos que asesinaron a la UP”.
En su mensaje, Petro señaló además que, como ocurrió en décadas pasadas, figuras “sub judice”, personas con procesos judiciales pendientes, marcan “la línea de la extrema derecha” en el país.
El intercambio de acusaciones no solo refleja la ruptura total entre ambos líderes, sino que también reaviva debates históricos sobre la violencia política en Colombia, en particular los crímenes contra miembros de la Unión Patriótica, movimiento político que sufrió un exterminio sistemático en los años ochenta y noventa, y cuyo caso fue reconocido como genocidio político por instancias judiciales.
La mención a Jaime Garzón añade otro elemento de alta sensibilidad, ya que el asesinato del comunicador ha sido uno de los episodios más emblemáticos de la violencia contra la libertad de prensa y la crítica política en el país. Aunque se han emitido condenas en el caso, la autoría intelectual sigue siendo motivo de controversia.
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En medio de este cruce de señalamientos, el clima político se tensiona aún más, en un contexto marcado por divisiones ideológicas profundas y por un ambiente electoral donde las narrativas históricas son utilizadas como arma política.