La tranquilidad de los habitantes de Potrerillo, corregimiento de Palmira, Valle del Cauca, se vio interrumpida con la llegada de presuntos miembros de la disidencia Adán Izquierdo. Durante varias horas, recorrieron la zona armados y dejaron su rastro con grafitis que reafirmaban su presencia en el territorio.
Las imágenes que circularon en redes sociales mostraban a los hombres pintando fachadas y postes con mensajes intimidantes. Mientras tanto, los pobladores optaron por encerrarse en sus casas, temerosos de lo que pudiera ocurrir. La presencia de estos grupos ha despertado nuevamente la alerta en la región, donde la violencia parece no dar tregua.
Un conflicto que sigue expandiéndose
Este incidente ocurre poco después de que la Defensoría del Pueblo advirtiera sobre los riesgos que enfrenta la población civil en municipios como Florida y Pradera. La disputa entre las disidencias Adán Izquierdo y el Frente 57, Yair Bermúdez, ha incrementado la tensión en la región, y ahora el temor se extiende a otras localidades.
Las autoridades han reconocido la complejidad de la situación. La gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, ha insistido en la necesidad de una estrategia de seguridad más amplia y coordinada. “Se capturan miembros y cabecillas de estos grupos, pero si la violencia sigue llegando desde el Chocó y el Cauca, necesitamos un plan conjunto más sólido”, afirmó.
No obstante, para contener la amenaza, la Fuerza Pública ha reforzado su presencia en las zonas más afectadas. En Potrerillo y otros corregimientos, se han intensificado los operativos para evitar nuevas incursiones y garantizar la seguridad de los habitantes.
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Sin embargo, la comunidad sigue en alerta. La presencia de estos grupos armados no solo altera la tranquilidad del sector, sino que también deja en evidencia la urgencia de una respuesta más efectiva por parte del Estado. Para muchos, el miedo de vivir bajo la sombra de la violencia se ha convertido en parte del día a día.