En un giro que marca un antes y un después para la infraestructura vial del Valle del Cauca, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Transporte y el Instituto Nacional de Vías (Invías), anunció que el 100% de los recursos recaudados por los peajes de Toro y Riofrío serán invertidos directamente en el departamento.
Por décadas, los habitantes de esta región vieron cómo el dinero que pagaban por transitar sus carreteras desaparecía sin dejar huella en mejoras locales. Ahora, por primera vez, estos ingresos financiarán obras que beneficiarán a quienes realmente recorren y dependen de estas rutas.
La decisión fue oficializada durante el más reciente comité del programa Vías del Samán, donde se confirmó que uno de los principales destinos de esta inversión será la rehabilitación de la vía Panorama. Este corredor no solo es vital para la movilidad regional, sino también una arteria fundamental en el transporte de carga entre el Eje Cafetero y el puerto de Buenaventura. Su renovación permitirá mejorar la competitividad del suroccidente del país, al reducir tiempos de viaje y fortalecer el comercio interregional.
Pero las buenas noticias no terminan ahí. Además del compromiso de dejar los recursos de peajes en el Valle, el Gobierno destinó una partida adicional de 20.000 millones de pesos para intervenir el tramo entre Ansermanuevo y Mediacanoa, otro segmento clave que conecta a múltiples municipios del norte del departamento. Esta inversión busca garantizar condiciones óptimas de seguridad, movilidad y desarrollo, especialmente para zonas rurales donde el acceso a servicios básicos depende en gran medida del estado de las vías.
Más que obras: una visión de desarrollo local con sentido regional
La ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, destacó que este cambio no solo representa una mejora técnica en las carreteras, sino una transformación en la forma como el Estado se relaciona con los territorios. Según sus palabras, “los recursos que antes se iban sin retorno ahora se quedan para fortalecer la economía local, conectar mejor a nuestras comunidades y brindar condiciones dignas a quienes viven y se movilizan por estas zonas”.
Este modelo también responde a una demanda histórica de las comunidades del Valle, que pedían que el dinero que aportan en peajes sirviera para el desarrollo local. Habitantes de municipios como La Unión, Toro, Yotoco y Bolívar celebraron la decisión, considerando que esta permitirá no solo mejorar sus desplazamientos diarios, sino también dinamizar sectores como el agro, el turismo y el comercio.
Yesica Montoya, residente de La Unión, expresó lo que muchos piensan: “Estamos cansados de ver cómo nuestras vías se deterioran mientras el peaje sube cada año. Esta vez, sentimos que al fin nos escucharon”.
Además de la vía Panorama, las mejoras viales facilitarán la integración de proyectos estratégicos como la plataforma logística del Eje Cafetero en La Virginia y la conexión con la concesión Pacífico III. Así, no solo se impacta positivamente a quienes viven en la región, sino que se construyen puentes económicos y logísticos entre el centro y el occidente del país.
Un modelo que podría marcar el camino para otras regiones
La decisión de dejar los recursos de los peajes en la región donde se generan no solo es aplaudida por la ciudadanía, sino también por gremios empresariales y actores políticos. Esta apuesta por la descentralización y el uso eficiente del dinero público podría convertirse en ejemplo para otros departamentos que enfrentan situaciones similares.
Si bien la rehabilitación de una carretera no resuelve todos los problemas de una región, sí puede ser el punto de partida para transformar realidades. El acceso a una vía segura significa que un niño llega a tiempo a su escuela, que un agricultor puede llevar sus productos al mercado o que una familia se traslada sin miedo por la noche. Es, en esencia, una forma concreta de justicia territorial.
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Con esta decisión, el Valle del Cauca da un paso firme hacia la autonomía y el fortalecimiento de su infraestructura. Más allá del asfalto, lo que está en juego es la posibilidad de que las regiones empiecen a tomar el control de su propio destino, con inversión pública que se quede donde verdaderamente importa: cerca de la gente.
