El corregimiento de San Antonio, en zona rural de Jamundí, vivió momentos de pánico la tarde y noche del pasado 10 de julio. En medio de una intensa confrontación armada entre el Ejército Nacional y disidencias de las Farc pertenecientes a la estructura ‘Jaime Martínez’, al mando de ‘Iván Mordisco’, dos menores resultaron heridos por la caída de un explosivo en plena zona habitada.
De acuerdo con los testimonios de la comunidad, el enfrentamiento inició en el corregimiento vecino de Ampudia, donde tropas de la Brigada 29, adscrita a la Tercera División del Ejército, adelantaban la operación militar ‘Escudo del Norte’. Sin embargo, debido a la cercanía entre ambos corregimientos, los efectos del combate se extendieron hasta San Antonio, donde los pobladores denunciaron fuertes explosiones, ráfagas de fusil durante varias horas y el uso de drones por parte del grupo armado ilegal.
Según relataron campesinos, uno de los artefactos lanzados desde el aire terminó impactando en la vereda Bellavista, dejando heridos a una niña y un niño de tan solo 7 años. El menor recibió una herida en el hombro, mientras que la niña presentó lesiones aún no confirmadas por fuentes oficiales. Ambos fueron trasladados de urgencia a un centro asistencial en Cali, donde reciben atención médica.
Terror en las montañas: drones, explosiones y una comunidad atrapada en el fuego cruzado
Los habitantes de San Antonio no ocultan su miedo. Muchos aseguran que nunca habían vivido una noche tan angustiante como la del jueves. Las detonaciones, provenientes de las montañas, comenzaron al caer la tarde y se extendieron por varias horas, obligando a las familias a refugiarse dentro de sus casas mientras el estruendo de las armas rodeaba el corregimiento. Varios pobladores afirmaron que los disparos y explosiones se escuchaban desde varios puntos, lo que hacía difícil saber dónde resguardarse.
“Esto fue como una guerra. Se escuchaban tiros por todos lados. El cielo tenía luces de drones, y luego vino la explosión cerca de la casa”, relató un habitante de Bellavista, todavía con la voz entrecortada. La comunidad teme que, si la confrontación continúa en la zona, el riesgo para los civiles se vuelva constante. En especial para los niños, quienes poco entienden de las dinámicas del conflicto, pero sufren las consecuencias de forma directa.
El temor es aún mayor considerando que, según los testimonios, los explosivos fueron lanzados desde drones por parte del grupo armado. Esta modalidad, cada vez más común en zonas rurales del suroccidente colombiano, representa una amenaza creciente para comunidades campesinas que no cuentan con protección efectiva ni presencia institucional sostenida.
Un soldado muerto, tres disidentes abatidos y una operación en curso
Mientras los pobladores denunciaban el impacto del conflicto en sus hogares, desde la Tercera Brigada del Ejército se confirmó que los enfrentamientos dejaron también bajas en el terreno militar. Según el general Federico Mejía, comandante de la División, un soldado murió tras recibir un disparo de francotirador, en el marco de la operación que se desarrolla en Ampudia. El uniformado, que no fue identificado públicamente en ese momento, fue destacado por su valentía y compromiso con la misión.
En respuesta, el Ejército reportó la muerte de tres integrantes de la estructura armada ‘Jaime Martínez’, entre ellos un presunto cabecilla conocido con el alias de ‘Andrey’, señalado por inteligencia como responsable de actividades relacionadas con narcotráfico, extorsiones y control de rutas ilícitas en el sur del Valle y el norte del Cauca. Según el comunicado oficial, el cuerpo de alias Andrey fue recuperado con su material de guerra y equipo táctico.
La ofensiva militar continúa activa en la zona, con el objetivo de neutralizar las estructuras armadas ilegales que operan en esta región estratégica del suroccidente del país. Sin embargo, el saldo humano de esta confrontación, especialmente el impacto sobre menores de edad, ha puesto nuevamente sobre la mesa la necesidad de proteger a la población civil en medio de operaciones de alto impacto.
La comunidad pide no ser olvidada: “Nuestros hijos no deben vivir esto”
Aunque los operativos militares buscan recuperar el control territorial, en las veredas y corregimientos afectados la prioridad es otra: proteger la vida. Los habitantes de San Antonio han exigido mayor presencia institucional, acompañamiento psicosocial y garantías de no repetición. “No es justo que nuestros hijos vivan con miedo. No deberían estar en hospitales por culpa de esta guerra”, expresó una madre de familia cuya hija resultó afectada por la explosión.
Organizaciones sociales y líderes locales también han solicitado a la Gobernación del Valle y a la Alcaldía de Jamundí que tomen medidas urgentes para atender a las familias afectadas y evitar que nuevas confrontaciones pongan en riesgo a civiles. La población recuerda que esta no es la primera vez que se presentan choques armados en esta zona, y que la expansión de las disidencias ha traído un recrudecimiento de la violencia en los últimos meses.
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Por ahora, mientras continúa la operación ‘Escudo del Norte’ y se refuerzan las acciones del Ejército, la comunidad rural de Jamundí espera que la protección a la infancia y el bienestar civil no queden en segundo plano. La herida en el hombro de un niño de siete años se vuelve símbolo de una guerra que, aunque lejos de las ciudades, sigue dejando marcas imborrables en quienes menos deberían cargar con sus consecuencias.