En el Valle del Cauca, la salud pública vive una tormenta perfecta. Los hospitales, que deberían ser refugio y alivio para los pacientes, están al borde del colapso por una deuda que supera los 1.5 billones de pesos. Este hueco financiero, generado por las Entidades Promotoras de Salud (EPS), afecta a los 52 hospitales públicos del departamento y ha desencadenado una crisis sin precedentes.
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El panorama es desolador: el 70% de la deuda proviene del régimen subsidiado, y todas las EPS que operan en el Valle están intervenidas, lo que frena el flujo de recursos. La consecuencia más inmediata la sufren los trabajadores de la salud, quienes, en muchos casos, no reciben sus salarios a tiempo y deben esperar hasta tres meses para cobrar. “Necesitamos que los recursos lleguen ya, de lo contrario, el sistema no aguantará”, advirtió Ligia Viáfara, directora de la Asociación de Hospitales del Valle.
Hospitales pequeños de los municipios del norte del Valle del Cauca son los más afectados
La crisis golpea con más fuerza a los hospitales pequeños de municipios del norte del departamento, donde la priorización de pagos a centros de mayor complejidad deja a estas instituciones sin capacidad para sostener servicios básicos.
Como si la asfixia financiera fuera poco, las áreas de urgencias trabajan al triple de su capacidad. En algunos casos, la sobreocupación supera el 300%, lo que significa que pasillos, salas y hasta zonas improvisadas están llenas de pacientes esperando atención. Esta saturación no solo pone en riesgo vidas, sino que desgasta física y emocionalmente al personal médico.
Viáfara lanzó un llamado urgente al Gobierno nacional y a las EPS: actuar ahora o enfrentar un colapso que dejaría a miles de vallecaucanos sin atención médica oportuna, especialmente en las zonas rurales más vulnerables.