Niver Membache Piraza, líder social e indígena del pueblo Wounaan Khirardú, fue asesinado el pasado 27 de noviembre mientras compartía con su familia en el barrio Las Flores, municipio de Buenaventura. Tenía 21 años y hacía parte de la guardia de su comunidad.
El joven recibió heridas de gravedad en el cuello, aunque fue trasladado a un centro de salud, falleció debido a la gravedad de sus heridas. Su muerte se suma a la creciente lista de líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados este año en Colombia.
Según Indepaz, con la muerte de Niver ya son 178 los líderes y defensores de derechos humanos asesinados en 2025. La situación evidencia que la violencia en Buenaventura y otros municipios del país continúa s afectando la población. La Defensoría del Pueblo emitió recientemente la alerta para el municipio, advirtiendo que la imposición de normas y control social por grupos armados representa un riesgo permanente para la población.
Esta alerta se suma a otras previas que señalaban los peligros a los que se enfrentan líderes, lideresas y defensores de derechos humanos en diversas regiones. La advertencia destaca que estas personas, tanto de manera individual como colectiva, están expuestas a amenazas constantes por su labor.
Grupos armados en la zona
En Buenaventura operan varios grupos armados, incluyendo el Frente Jaime Martínez del Bloque Occidental del autodenominado EMC, el ELN, el autodenominado EGC/Clan del Golfo, Los Shotas y Los Espartanos, entre otros de carácter local. La Tercera División del Ejército colombiano tiene jurisdicción en la zona, pero los ataques continúan afectando a líderes sociales y comunidades.
Indepaz y organizaciones sociales insisten en que se requiere acción inmediata de las autoridades para proteger la vida de quienes defienden los derechos humanos. La comunidad espera medidas efectivas que garanticen seguridad y justicia frente a estos hechos.
Otros asesinatos en el Valle del Cauca
El pasado 27 de septiembre, Luis Ernesto Sánchez, docente de 55 años y líder social en la zona rural de El Cerrito, fue asesinado en Cali. Sánchez era reconocido por sus programas pedagógicos y comunitarios que ofrecían alternativas a jóvenes expuestos a la violencia.
El educador se desplazaba en un taxi cuando hombres armados lo interceptaron y abrieron fuego.
Su trabajo estaba enfocado en un aula tecnológica para motivar a la juventud rural y reducir riesgos de reclutamiento forzado. Todas estas labores las desarrollo especialmente en el corregimiento de Tenerife. La comunidad educativa y organizaciones sociales destacan su labor y lamentan profundamente su muerte.
