En el panorama de seguridad urbana de América Latina, Cali vuelve a ser noticia por razones preocupantes. De acuerdo con el más reciente informe del índice de criminalidad elaborado por Numbeo en 2025, la ciudad ocupa el séptimo lugar entre las metrópolis más peligrosas para vivir en la región, con una tasa de criminalidad de 71,3 puntos sobre 100, ubicándose por encima de otras capitales importantes como Lima, Bogotá y Buenos Aires.
Este ranking, construido con base en datos de violencia y percepción ciudadana por un estudio de Numbeo, reveló no solo la frecuencia de delitos como el robo y el asalto, sino también el grado de desconfianza que los habitantes tienen hacia su entorno. La estadística se convierte en una alerta roja para las autoridades locales, que pese a los esfuerzos realizados en materia de seguridad, no logran cambiar la sensación de vulnerabilidad que vive gran parte de la población.
Para muchos caleños, el temor a ser víctimas de un delito ya es parte de la rutina diaria. El transporte público, las calles de barrios periféricos y hasta algunas zonas céntricas son percibidas como escenarios inseguros. La insuficiencia de pie de fuerza policial, sumada a la falta de recursos tecnológicos y de inteligencia, ha contribuido a una situación donde los ciudadanos sienten que deben cuidarse más.
Aunque no encabeza el listado, este es liderado por ciudades como Caracas (81,5) y Salvador de Bahía (76,7), Cali aparece junto a urbes reconocidas por altos niveles de violencia como Guayaquil (74,4) y Fortaleza (75,7). Lo alarmante, más allá del lugar en el ranking, es el desequilibrio entre los esfuerzos institucionales y los resultados reales en términos de seguridad.
Percepción e impacto social
La criminalidad no solo deja víctimas directas; pues tiene efectos silenciosos pero profundos en la salud mental, la movilidad y la economía. De acuerdo con expertos, la constante tensión que genera vivir en un ambiente percibido como hostil limita la vida social y reduce la inversión económica, tanto nacional como extranjera. De hecho, hay barrios donde las familias prefieren evitar actividades cotidianas como salir en las noches o usar el transporte público por miedo a ser atacadas.
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Además, la percepción de inseguridad puede llegar a ser tan determinante como los hechos en sí. Ciudades con cifras más moderadas en delitos, como Santiago de Chile o Quito, también figuran en el ranking por el peso que tiene la inseguridad sentida frente a la seguridad real.
Cali con un gran reto para disminuir la inseguridad
Frente a este análisis, el reto de las autoridades caleñas es enorme; por lo que deben no solo contener los hechos delictivos, sino también recuperar la confianza ciudadana. En palabras de analistas de seguridad, “una ciudad que no inspira seguridad difícilmente podrá proyectarse como un destino turístico o una plaza atractiva para la inversión”.
Cali, con todo su potencial cultural, humano y geográfico, merece mejores indicadores. Pero para ello, es necesario que las medidas de seguridad no solo se fortalezcan, sino que sean sostenidas, integrales y, sobre todo, visibles para quienes día a día viven con el temor a ser la próxima víctima.