En una ciudad que se reinventa constantemente, hay espacios que florecen con fuerza propia. El Orquideorama Enrique Pérez Arbeláez, ubicado en el barrio La Merced de Cali, es uno de esos lugares que ha comenzado a llamar la atención de viajeros nacionales e internacionales. Su arquitectura, inspirada en los antiguos trapiches paneleros del Valle del Cauca, y su exuberante colección de orquídeas, más de 180 especies distintas, lo convierten en un punto de encuentro entre naturaleza, cultura y turismo sostenible.
Este jardín vivo no solo enriquece el paisaje urbano, sino que representa un esfuerzo por conservar la biodiversidad regional y ofrecer experiencias educativas. Administrado por la Alcaldía de Cali, el Orquideorama está pensado para todos los públicos: la entrada tiene un costo accesible de $8.000 para adultos y $4.000 para niños o personas mayores. Pero más allá del valor económico, lo que se encuentra dentro de este espacio es difícil de medir: tranquilidad, belleza, y una conexión directa con la naturaleza.
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Una apuesta por el turismo consciente y biodiverso
En los últimos años, Cali ha ampliado su oferta turística con una mirada más integral. Ya no se trata solo de bailar salsa o disfrutar de su gastronomía típica, que sigue siendo protagonista, sino de descubrir rincones que cuentan historias distintas. El Orquideorama es uno de esos lugares que, sin hacer mucho ruido, ha logrado posicionarse en las recomendaciones de quienes buscan planes tranquilos, culturales y cercanos a la naturaleza.
Lo que hace especial a este sitio no es únicamente la variedad de orquídeas que alberga, sino la forma en que estas especies se integran a un entorno cuidado y diseñado para el aprendizaje. Familias enteras, estudiantes, investigadores, turistas extranjeros o simplemente curiosos han recorrido sus senderos, llevado por el deseo de conocer más sobre una flor que en Colombia tiene un significado especial. No en vano, la orquídea es símbolo nacional: representa belleza, equilibrio y riqueza natural. Las orquídeas son una de las familias de plantas más diversas del mundo, con más de 25.000 especies registradas.
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Cali, una ciudad que se redescubre tras la COP16
Desde la realización de la COP16, la capital vallecaucana quedó sembrada en el radar internacional. El evento no solo trajo delegaciones de todo el mundo, sino que permitió visibilizar las fortalezas naturales, culturales y logísticas de la ciudad. Y como resultado, muchos visitantes que llegaron por el evento decidieron explorar más allá del centro de convenciones. Ahí, en ese recorrido alterno, el Orquideorama apareció como un descubrimiento inesperado.
La promoción de espacios como este ha fortalecido una imagen de Cali más diversa, más verde y más conectada con el turismo consciente. Mientras otros destinos apuestan por la masividad, Cali parece construir desde lo íntimo, desde lo local, desde lo que tiene sentido para quienes la habitan. Y el Orquideorama es una muestra de eso: un lugar pequeño en extensión, pero enorme en significado.
Aunque el Orquideorama brilla por sí solo, no es el único punto de interés que seduce a los visitantes. Cali, con su clima cálido, su gente cercana y su identidad musical, ofrece una experiencia integral. La salsa resuena en cada rincón, desde los museos hasta las esquinas, y sigue siendo uno de los mayores atractivos de la ciudad. Junto a ella, la gastronomía local también ocupa un lugar especial. Platos como el sancocho de gallina, la lulada, el arroz atollado y los aborrajados son parte esencial del recorrido de quienes quieren saborear Cali. Pero lo más valioso, más allá de los lugares y las actividades, es la sensación con la que se van los visitantes: la de haber sido bien recibidos, escuchados y abrazados por una ciudad que conserva lo mejor de su esencia.