Los barrios de Cali empiezan a cambiar su rostro cuando cae la noche. Calles que durante años permanecieron a oscuras hoy vuelven a encenderse gracias a un ambicioso plan de renovación del alumbrado público liderado por Emcali. No se trata simplemente de instalar luces LED: el propósito de fondo es recuperar espacios para la comunidad, mejorar la percepción de seguridad y devolverle la tranquilidad a miles de familias.
Más de 45.000 luminarias han sido instaladas en toda la ciudad. Con ellas, más de 100 barrios, 39 parques y 21 estaciones del sistema de transporte MIO han recuperado la iluminación. Este esfuerzo busca no solo modernizar el sistema eléctrico, sino transformar las condiciones del espacio urbano, especialmente en zonas que por años estuvieron marcadas por el abandono y la vulnerabilidad.
La apuesta va más allá de lo técnico. La luz representa mucho más que energía, significa seguridad para quienes caminan de noche, dignidad para quienes usan el transporte público, y oportunidades para la vida comunitaria en barrios donde antes la oscuridad se imponía.
Iluminar para proteger: seguridad desde lo público
Desde sectores tradicionales como Siloé hasta zonas residenciales del norte de Cali, los efectos de este proceso de modernización ya se perciben en la cotidianidad. La nueva iluminación blanca tipo LED no solo mejora la visibilidad, también reduce el consumo energético y ayuda a disuadir conductas delictivas, al ofrecer espacios más vigilados y transitables.
Además de las luminarias, Emcali ha trabajado en la reparación de postes, cableado y estructuras eléctricas que llevaban años en mal estado. Esta intervención ha sido clave para revitalizar puntos críticos, incluyendo estaciones del MIO que permanecieron largo tiempo en penumbra y eran focos de inseguridad.
Con esta estrategia, la empresa pública busca demostrar que lo común también puede funcionar con eficiencia. La inversión en alumbrado público no solo mejora la infraestructura, sino que fortalece el vínculo entre ciudadanía y Estado, al mostrar que sí es posible recuperar lo que parecía perdido.
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El plan de iluminación no solo cambia la forma en que se ve la ciudad, sino también la forma en que se vive. Cali comienza a dejar atrás la sensación de abandono nocturno para avanzar hacia un modelo de ciudad donde la luz es sinónimo de presencia institucional, cuidado colectivo y derecho al espacio público.