El hallazgo de una cabra decapitada frente a una iglesia católica en el barrio Mariano Ramos, al oriente de Cali, ha encendido las alarmas entre los vecinos y ha generado una oleada de interpretaciones que van desde la preocupación religiosa hasta el rechazo por el maltrato animal. El cuerpo del animal fue dejado en una bolsa plástica negra, justo a pocos pasos del templo, en horas de la madrugada. Aunque no hubo testigos presenciales, varios habitantes del sector se toparon con la escena al salir temprano de sus casas.
El impacto fue inmediato. Algunos feligreses rociaron agua bendita en el lugar, convencidos de que podía tratarse de un acto de tipo simbólico o incluso ritualista, dirigido contra la parroquia o su comunidad. Para los vecinos, no se trata de un hecho menor, ya que el templo ha sido históricamente un espacio de apoyo, solidaridad y encuentros comunitarios, y una imagen como esta afecta directamente el ambiente de seguridad emocional del barrio.
Animalistas condenan el acto y exigen respuestas claras
La situación fue rápidamente denunciada ante las autoridades, que ahora analizan las cámaras de seguridad del sector para identificar a quienes dejaron el animal en ese lugar. Las primeras hipótesis no descartan que se trate de un acto simbólico con intenciones oscuras, aunque tampoco se ha descartado que sea parte de una práctica ritual o incluso un caso aislado de crueldad animal.
Desde el Movimiento Animalista de Cali, su vocero Terry Hurtado se pronunció de inmediato para rechazar lo sucedido. “Esto no puede quedar en silencio. El sufrimiento que debió atravesar ese animal es inadmisible. Además, es una clara muestra de que en Cali están aumentando los casos de violencia contra animales, y necesitamos respuestas contundentes de la justicia”, afirmó Hurtado.
Los colectivos de protección animal también advirtieron que este tipo de actos no deben ser tomados como simples incidentes, ya que reflejan un patrón de insensibilidad y brutalidad que puede escalar si no se aborda con seriedad. Además, recordaron que el maltrato animal no solo afecta a los seres vivos involucrados, sino que también genera miedo en las comunidades, especialmente cuando el hecho se presenta en contextos cargados de simbolismo, como en este caso.
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Las autoridades avanzan con la recolección de pruebas y esperan identificar pronto a los responsables. La comunidad, entre tanto, pide que se haga justicia no solo por el acto violento contra el animal, sino por la paz espiritual de quienes han encontrado en esa iglesia mucho más que un lugar de culto: un refugio.