El problema de la basura en Cali parece no dar tregua, y en el oriente de la ciudad la situación se ha vuelto insostenible. Colchones, muebles, escombros y todo tipo de desechos son arrojados a diario en los separadores viales, andenes y esquinas, generando un paisaje que preocupa tanto por su impacto ambiental como por los riesgos en salud pública.
Durante un recorrido por barrios como Fortaleza, Nuevo Latir, El Poblado, Calipso y Yira Castro, CW+ evidenció el abandono en el que se encuentran muchas zonas. En lugar de espacios limpios, los vecinos conviven con basureros improvisados donde los residuos orgánicos y voluminosos permanecen por días sin ser recogidos.
“Pasan a las once de la noche”: la queja constante
Habitantes de estos sectores aseguran que la frecuencia del servicio de recolección es insuficiente y, en muchos casos, impredecible. Según relatan, los camiones recolectores pasan tarde en la noche o no entran en algunas zonas, lo que obliga a las comunidades a sacar la basura con muchas horas de anticipación, exponiéndola al sol, la lluvia y los animales.
“Antes venían a recoger en la madrugada. Ahora hay días en que pasan a las 11 de la noche, y si uno no está pendiente, se queda con la basura”, señaló una residente del barrio Jira Castro.
Pero el problema va más allá de los horarios. Varios vecinos afirman que han tenido que asumir por su cuenta la limpieza del sector, ante la ausencia de los equipos de barrido.
“Nos toca a nosotros mismos, los vecinos. Nos ponemos de acuerdo y barremos. Pero no todos ayudan, y otros siguen tirando la basura donde sea”, dijo otra habitante.
Operadores reconocen puntos críticos
Ante los señalamientos, Veolia y la UAESP, empresas encargadas del servicio, reconocieron que el oriente de Cali presenta al menos 38 puntos críticos de arrojo clandestino de residuos, muchos de ellos en espacios públicos donde la acumulación genera focos de insalubridad.
A pesar de ello, aseguran que los camiones recolectores cumplen con tres frecuencias semanales, y que barrios como Alirio Mora y Manuel Beltrán son los más afectados debido al comportamiento ciudadano y el mal uso de los horarios de recolección.
Para muchos residentes, el abandono institucional se suma a la falta de cultura ciudadana. Mientras algunos hacen esfuerzos por mantener limpias sus cuadras, otros arrojan escombros y muebles viejos sin control.
“Uno se cansa. Ellos (los operadores) no barren, y si uno se queja, apenas ahí es que pasan. Pero esto no puede depender solo de quejas”, apuntó una mujer en el sector de la 72.
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Los vecinos piden a gritos una mejora en la frecuencia del servicio, mayor presencia de los equipos de limpieza y campañas efectivas de educación ambiental. También solicitan que se sancione a quienes convierten los separadores viales en botaderos, con el argumento de que la ciudad no puede seguir naturalizando la basura como parte del paisaje.