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Encuesta “Cali Va” revela el sentir y la percepción de los caleños

Encuesta Cali Va revela que la inseguridad preocupa a los caleños, mientras la gestión de Eder y Petro genera división.

La más reciente encuesta “Cali Va”, contratada por CW+ Noticias entre el 9 y el 19 de agosto de 2025, tomó el pulso a la ciudadanía caleña para medir sus emociones, percepciones sobre la gestión local y nacional, y expectativas electorales. El estudio, basado en 504 encuestas efectivas en hogares de la ciudad, refleja un panorama ambivalente: Cali sigue siendo motivo de orgullo y alegría para sus habitantes, pero la inseguridad, la falta de confianza en la administración y la incertidumbre nacional marcan la otra cara de la realidad.

Uno de los ejes más sensibles del estudio se refiere a la evaluación de los gobernantes. El alcalde Alejandro Eder enfrenta un escenario complejo: su gestión es aprobada por apenas el 37,5% de los encuestados, mientras que un 44,6% la desaprueba y un 17,9% prefiere no opinar. El balance es negativo y refleja que, pese a algunos avances reconocidos en cultura, deporte e infraestructura, la mayoría de caleños siente que su administración aún no responde a los problemas estructurales de la ciudad.

La evolución de estos números también muestra una tendencia preocupante. En mayo de 2025, la aprobación de Eder se situaba en 36,7%, con una desaprobación de 45,2%, mientras que en febrero de ese mismo año había alcanzado su punto más alto, con un 46% de respaldo frente a un 42% de rechazo. Es decir, en apenas seis meses su imagen pasó de un balance positivo a un escenario de caída sostenida.

Este retroceso revela que la confianza inicial depositada por la ciudadanía se ha ido diluyendo. Mientras en los primeros meses del año aún había un margen de optimismo frente a su administración, las cifras actuales muestran que las expectativas no se están cumpliendo y que la percepción de inseguridad y falta de resultados inmediatos está marcando el pulso de la opinión pública caleña.

La percepción no mejora cuando se observa al presidente Gustavo Petro. Su 39,3% de aprobación contrasta con un 52,6% de desaprobación, evidenciando que, en Cali, la imagen del mandatario está marcada por el descontento. El rechazo, mayor que el respaldo, sugiere que la distancia entre las promesas nacionales y la vida cotidiana de los caleños sigue siendo amplia.

Ambos mandatarios comparten un reto: la ciudadanía no solo espera resultados, sino que exige que las prioridades sean claras. El 54,8% cree que Eder no está priorizando los temas clave para Cali, mientras solo el 33,9% considera que sí lo hace.

Cuando se les preguntó a los caleños si la ciudad está mejorando o empeorando, la mayoría respondió sin titubeos: un 52,6% percibe que Cali empeora, frente a un 38,5% que considera que avanza en una dirección positiva. El 8,9% restante prefirió no pronunciarse. Esta percepción general funciona como un termómetro de la confianza ciudadana y deja en evidencia que, para más de la mitad de los habitantes, el panorama de la ciudad sigue nublado pese a algunos avances puntuales.

Un segundo eje de la encuesta indaga por el principal problema de Cali, y aquí los resultados son aún más categóricos. Para el 66,5% de los consultados, la inseguridad es el mayor dolor de cabeza de la capital del Valle. Muy por detrás aparecen las vías e infraestructura (7,9%), la corrupción (5,8%), el desempleo (5,4%) y la movilidad (5%). Temas como la salud pública (4,2%), el medio ambiente (0,6%) y la educación (0,4%) son percibidos como problemáticas menores frente a la contundencia del miedo a la violencia y la delincuencia, que se ha consolidado como el gran fantasma que persigue a los caleños.


Este panorama explica por qué, al ser consultados sobre su sensación personal de seguridad frente al año pasado, el 42,3% dijo sentirse menos seguro, mientras solo un 12,9% se considera más seguro. La inseguridad atraviesa toda la narrativa ciudadana: desde la frustración con la gestión hasta la incertidumbre sobre la calidad de vida.

De hecho, en términos de bienestar, la mayoría cree que nada ha cambiado desde que Eder asumió. El 65,3% afirma que su calidad de vida sigue igual, un 18,1% reporta mejoras y un 16,7% señala que ha empeorado. Una especie de “estancamiento” que refuerza la idea de una ciudad que no logra despegar.

La encuesta también permitió observar cómo valoran los caleños a las secretarías municipales, un indicador clave para medir la gestión del gobierno local en distintas áreas. En un panorama de opiniones divididas, la Secretaría de Turismo sobresale con un 21% de respaldo, confirmando que la apuesta por proyectar a Cali como destino cultural y de eventos tiene buena acogida. Este resultado se enlaza con el reconocimiento de la Feria de Cali, el turismo gastronómico y la proyección internacional de la ciudad.

En segundo lugar aparece la Secretaría de Movilidad (13,5%), un resultado que refleja los esfuerzos percibidos en materia de ordenamiento vial, campañas de cultura ciudadana y control en puntos críticos de tránsito. A pesar de que los problemas de movilidad siguen siendo estructurales, los caleños reconocen una leve mejoría en comparación con años anteriores.

La Secretaría de Deporte y Recreación ocupa el tercer puesto con 10,3%, confirmando que el deporte sigue siendo un factor de orgullo y unión para la ciudad. Las inversiones en escenarios y el impulso a programas juveniles parecen haber calado positivamente. Le sigue la Secretaría de Educación con un 9,5%, un indicador que, aunque bajo, señala que las políticas educativas aún tienen espacio para ganar más respaldo ciudadano.

Más abajo en el ranking aparecen la Secretaría de Paz y Cultura (8,3%), la de Seguridad y Justicia (4%), la de Salud (3,6%), Infraestructura (3,2%) y Bienestar Social (1,8%). Resulta llamativo que dependencias estratégicas como Seguridad y Justicia, que deberían ser protagonistas frente al principal problema señalado por los ciudadanos, la inseguridad, apenas obtengan reconocimiento. El mensaje implícito es que la percepción de los caleños es que todavía falta contundencia en la respuesta institucional frente al delito.

De hecho, un dato revelador es que el 20,2% de los encuestados considera que ninguna secretaría ha tenido una gestión destacada, reflejando un desencanto con la institucionalidad local y el reclamo de una ciudadanía que no ve avances claros en áreas fundamentales para su vida diaria.

En el plano electoral, la encuesta muestra que la base política de Eder aún es frágil. Si las elecciones fueran hoy, solo el 29% volvería a votar por él, frente a un 60,1% que no lo haría. Este resultado se convierte en una señal de alerta para un alcalde que llegó con altas expectativas de cambio, pero que a la mitad de su mandato enfrenta un desgaste acelerado.

La identidad política de los caleños también refleja un terreno movedizo: el 63,5% no se identifica con ninguna corriente. Entre quienes sí lo hacen, la derecha reúne un 17,2%, la izquierda un 12% y el centro apenas un 5,2%.

En cuanto a la intención de participar en las elecciones presidenciales de 2026, el panorama es de alta movilización ciudadana. Un 71% de los encuestados aseguró que planea votar, mientras que un 15,9% afirmó que no lo hará y un 13,1% todavía no está seguro. El dato refleja que, pese al desencanto con la política, la mayoría de caleños no piensa marginarse de la contienda.

Otro punto que midió la encuesta fue la influencia del presidente Gustavo Petro en la definición del voto. El resultado es contundente: solo un 25,5% apoyaría a un candidato respaldado por él, mientras que un 60,1% lo rechazaría de plano y un 14,4% dijo ser indiferente.

En el caso del expresidente Álvaro Uribe, las cifras no son muy distintas. Apenas un 22,5% de los encuestados respaldaría a un aspirante con su aval, mientras que el 63,3% lo rechazaría y un 14,2% aseguró que le es indiferente. Con esto, queda claro que las dos figuras más influyentes de la política nacional pierden terreno en Cali, donde la ciudadanía parece buscar alternativas distintas a los liderazgos tradicionales.

La encuesta también exploró el panorama emocional de los ciudadanos, un aspecto clave para entender cómo perciben su entorno inmediato y el país. Frente a la situación actual de Cali, el sentimiento predominante es la alegría (48,2%), aunque no está exento de contrastes: un 19,6% afirma sentir tristeza, un 12,3% manifiesta miedo, un 8,3% reconoce vivir con ansiedad y un 8,1% expresa desagrado. Incluso aparece un 1,6% de ira, lo que refleja que, aunque existe optimismo, las emociones negativas siguen siendo significativas.

El apego emocional hacia la ciudad, sin embargo, se refuerza al escuchar la palabra “Cali”. En este escenario, la alegría se dispara al 77%, muy por encima de la tristeza (10,9%), el miedo (4,6%) y la ansiedad (4,4%). Emociones como el desagrado (1,4%) y la ira (1%) aparecen en proporciones mínimas, lo que demuestra que, pese a los problemas cotidianos, la identidad caleña sigue despertando orgullo y cariño entre sus habitantes.

La perspectiva cambia cuando se evalúa la realidad nacional. Al preguntar por la situación actual del país, el sentimiento dominante es la tristeza (43,7%), seguido de miedo (16,1%), ansiedad (11,5%) y desagrado (10,3%). La alegría apenas alcanza un 13,7%, mientras que la ira (2,6%) y la opción de no saber o no responder (2,2%) reflejan la incertidumbre generalizada. Este contraste revela que, aunque Cali genera sentimientos positivos, la visión sobre Colombia en su conjunto está cargada de pesimismo.

Cuando los caleños escuchan la palabra “Colombia”, las emociones vuelven a teñirse de optimismo. Un 79,6% expresa alegría, consolidando un vínculo afectivo con la nación. La tristeza (10,7%), el miedo y la ansiedad (3,8% cada uno), así como el desagrado (0,8%) y la ira (0,8%), quedan relegados a niveles bajos. En este caso, los datos sugieren que, aunque la coyuntura política y social genere malestar, la identidad nacional aún despierta esperanza y orgullo en la mayoría.

Más allá de las cifras, la encuesta incluyó grupos focales que permitieron identificar cómo los caleños entienden su ciudad, qué los enorgullece y qué los preocupa. Las voces recogidas muestran un retrato humano y cultural que ayuda a entender por qué Cali se percibe de la manera en que lo hace.

Uno de los elementos más mencionados por los participantes fue la cultura y la salsa, reconocida como el sello de Cali en el mundo. No se trata solo de un género musical, sino de una forma de vida que representa alegría, resistencia y comunidad. Como lo resumió un participante: “Aquí la salsa no es solo música, es nuestra forma de vivir y de expresarnos, eso nos hace únicos en el mundo”.

Otro aspecto recurrente fue la calidez y resiliencia de su gente. Los caleños se describen a sí mismos como hospitalarios, alegres y capaces de salir adelante incluso en medio de crisis sociales y económicas. Esa fortaleza emocional, según algunos testimonios, es lo que le permite a la ciudad reinventarse una y otra vez.

También sobresalió la diversidad natural y geográfica. La cercanía con el río, las montañas y el Pacífico, sumada a un clima privilegiado, son considerados por muchos como un tesoro. “Tenemos un clima envidiable, no necesitamos viajar lejos para disfrutar de naturaleza, está aquí mismo”, relató una de las voces consultadas.

El deporte es otro motivo de orgullo, no solo porque Cali ha sido escenario de eventos internacionales, sino porque la ciudad ha visto nacer y crecer a atletas que han dejado en alto el nombre del país. “Aquí el deporte es parte de nuestra identidad, hemos dado grandes campeones al país”, comentó un joven deportista durante los grupos focales.

En la misma línea, la gastronomía ocupó un lugar destacado en el orgullo caleño. Platos como el pandebono, el aborrajado o el cholado fueron mencionados como símbolos de identidad, elementos que conectan con la tradición familiar y con la alegría de compartir.

Finalmente, muchos participantes resaltaron la mezcla cultural como una riqueza que le da color y vida a Cali. La confluencia de raíces afro, indígenas, mestizas y migrantes convierte a la ciudad en un mosaico diverso que se refleja tanto en su música como en su cotidianidad.

Cuando los caleños hablaron de la gestión de la Alcaldía de Alejandro Eder, las opiniones se dividieron en dos grandes bloques: aspectos positivos y negativos.

Entre lo positivo, la ciudadanía destacó mayor presencia de la autoridad en las calles, recuperación de parques y andenes, campañas de cultura vial y apoyo a actividades culturales y deportivas. Se mencionaron ejemplos concretos, como la mejora de escenarios deportivos y programas dirigidos a jóvenes, lo que genera un sentimiento de confianza hacia el futuro. Igualmente, hubo menciones sobre la cercanía del alcalde con la comunidad, resaltando espacios de rendición de cuentas y diálogo directo.

No obstante, los grupos focales también fueron claros en señalar las falencias de la administración. La inseguridad persistente fue uno de los puntos más señalados: pese a los esfuerzos, los ciudadanos sienten que los delitos continúan afectando su vida diaria. Otro aspecto reiterado fue la movilidad, que sigue percibiéndose como un problema grave por los trancones, el deficiente transporte público y el mal estado de las vías.

La burocracia y lentitud en trámites también aparecieron como queja recurrente, junto a la escasa comunicación entre anuncios y resultados visibles. Algunos participantes señalaron que la percepción es que la Alcaldía se concentra en proyectos para el centro y el sur de la ciudad, mientras que las comunas periféricas siguen sintiéndose olvidadas.

En conjunto, los hallazgos cualitativos muestran una ciudadanía que, si bien reconoce logros puntuales, exige resultados más tangibles y una atención más equitativa entre barrios.

Para Alejandro Eder, el reto es doble, pues debe demostrar resultados tangibles en seguridad y calidad de vida, y reconectar con una ciudadanía que hoy lo mira con escepticismo. Para el país, el desafío es aún mayor: transformar la tristeza y la inestabilidad en confianza y esperanza.

Lea resultados de la encuesta anterior: Encuesta: cada vez menos caleños creen que la ciudad está mejorando

En el fondo, los caleños reafirman un mensaje claro: orgullo por lo que son, exigencia por lo que esperan.

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