En un esfuerzo conjunto entre Estados Unidos y Panamá para abordar la migración irregular, 708 colombianos han sido deportados a su país de origen mediante 19 vuelos chárter desde agosto pasado. Este operativo forma parte de un acuerdo firmado en julio entre ambas naciones, que busca mitigar los riesgos asociados con el cruce de la peligrosa selva del Darién.
Según Marlen Piñeiro, agregada Regional de Centroamérica del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, la implementación de este programa ha contribuido a una disminución del 50% en el flujo de migrantes colombianos que atraviesan esta ruta. Además, otras nacionalidades, como ciudadanos de Ecuador, han registrado una caída aún más pronunciada, alcanzando el 95%.
Cabe recalcar que en 2023, más de 520.000 personas cruzaron el Darién, un incremento del 110% respecto al año anterior. De este total, 113.180 fueron menores de edad, lo que refleja la creciente vulnerabilidad de las familias que emprenden esta peligrosa travesía. Sin embargo, tras los operativos de repatriación y las políticas de migración legal promovidas por Estados Unidos, el flujo general de migrantes en esta ruta ha disminuido.
El memorando de entendimiento incluye el compromiso de Estados Unidos de cubrir los costos de los vuelos de repatriación. Hasta el momento, se han invertido más de 2 millones de dólares en esta iniciativa, que contempla no solo vuelos chárter, sino también repatriaciones individuales en vuelos comerciales hacia países como China, Rusia, Afganistán y Turquía.
Coordinación entre países para frenar la crisis
El proceso de deportación se lleva a cabo bajo la legislación panameña, con una estricta coordinación entre las autoridades de Panamá y los países receptores. Según Piñeiro, Panamá determina los requisitos legales, verifica antecedentes y organiza la logística de los vuelos, mientras que Estados Unidos financia los costos directamente con las aerolíneas.
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Panamá y EE.UU presentan este programa de repatriación como un modelo eficaz para reducir la migración irregular, aunque organizaciones humanitarias critican la falta de soluciones estructurales.