La región del Catatumbo vive días de extrema tensión. Una serie de enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las FARC, encabezadas por alias “Calarcá”, desató una ola de violencia que obligó al Gobierno de Gustavo Petro a tomar la decisión de suspender nuevamente la mesa de negociaciones con la guerrilla del ELN.
El conflicto, que se agudizó en los últimos días, dejó un saldo preocupante. Entre los hechos más graves están el asesinato de cinco firmantes del Acuerdo de Paz, varias personas heridas, el desplazamiento forzado de alcaldes municipales y la intensificación de enfrentamientos que tienen a la población civil en medio del fuego cruzado.
Frente a estos hechos, el presidente Gustavo Petro calificó los recientes actos del ELN como “crímenes de guerra”. En una declaración contundente, afirmó que esta guerrilla “no tiene ninguna voluntad de paz”. La ruptura ocurre a pocos días de una reunión clave entre el Gobierno y la delegación del ELN, que buscaba reactivar las conversaciones suspendidas por primera vez en 2024.
El impacto de la violencia
Uno de los episodios más dolorosos ocurrió en Tibú, donde tres miembros de una familia, incluido un bebé de apenas diez meses, fueron asesinados en un ataque que ha conmocionado al país. Estos hechos han generado un clima de inseguridad que llevó a los mandatarios locales a abandonar sus territorios y exigir la creación de un corredor humanitario para proteger a las comunidades.
Mientras tanto, las disidencias del Frente 33 denunciaron que el ELN rompió un acuerdo de no agresión que existía en la región, lo que derivó en una escalada de ataques. En respuesta, el ELN declaró como objetivos militares a comerciantes, empresas como Ecopetrol y a líderes disidentes, acusándolos de financiar a sus enemigos.
Además, aseguraron que la violencia “continuará” hasta que alias “Richard”, líder de las disidencias, se entregue.
La historia se repite
Esta no es la primera vez que el presidente Petro toma la decisión de suspender las conversaciones con el ELN. En septiembre de 2024, la mesa de diálogos se congeló tras un ataque del ELN contra una base militar en Puerto Jordán, Arauca, que dejó 26 soldados heridos y dos muertos. En aquella ocasión, al igual que ahora, surgieron dudas sobre el compromiso del grupo guerrillero con la paz.
Desde la Casa de Nariño, el presidente Petro convocó a reuniones de emergencia con altos funcionarios del Gobierno para analizar la crisis en el Catatumbo. Entre ellos, el ministro del Interior y el comisionado de Paz, Otty Patiño. Este último ha sido crítico con el curso de las negociaciones, afirmando que los diálogos se han convertido en “conversaciones cada vez más inútiles”.
Además, Patiño reveló un supuesto plan del ELN para atentar contra la vida de Álvaro Jiménez, uno de sus principales aliados en el proceso de paz, lo que ha generado aún más tensiones.
En este sentido, el tiempo se convierte en un enemigo del Gobierno. A menos de dos años del final del mandato, la posibilidad de lograr un acuerdo con el ELN se reduce con cada acto de violencia y cada decisión unilateral de la guerrilla.
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La situación en el Catatumbo deja en claro los desafíos de un gobierno que busca la paz en un escenario donde las armas y las amenazas siguen siendo protagonistas. El camino hacia una solución negociada parece más incierto que nunca.
