La violencia ejercida contra la población LGBTIQ+ en Colombia volvió a sacudir al departamento de Antioquia con un caso atroz. Sara Millerey González Borja, una mujer trans de 32 años, falleció en un hospital de Medellín tras ser víctima de un salvaje ataque en el municipio de Bello.
Sus agresores le fracturaron las piernas y luego la arrojaron a la quebrada La García, en una evidente intención de impedir que pudiera salir con vida. Sobrevivió al ataque inicial y transeúntes que escucharon sus gritos la rescataron con vida, pero las heridas y el agua contaminada agravaron su salud.
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El ataque que Sara, una mujer trans, no logró superar
Varias personas, aún no identificadas, arrojaron con vida a Sara a la quebrada en horas de la tarde del pasado viernes. La versión médica señala que presentaba fracturas severas en ambas piernas, lo que indica que quienes la atacaron querían dejarla inmovilizada y a merced de la corriente. A pesar del daño físico, Sara logró aferrarse a unas ramas y gritó pidiendo ayuda. Dos personas que transitaban por la zona la escucharon y se lanzaron al agua para rescatarla, una acción que le salvó la vida temporalmente.
Una vez en tierra firme, personal del Cuerpo de Bomberos de Bello la trasladó de inmediato al Hospital La María, en Medellín. Allí recibió atención médica especializada, pero el daño era demasiado grave. Las lesiones por los golpes y fracturas, sumadas a las consecuencias de haber estado expuesta al agua contaminada, provocaron complicaciones fatales. Murió el fin de semana, sumandose a la larga lista de víctimas de la intolerancia y el odio.
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Un patrón que se repite: tres homicidios LGBTIQ+ en pocos días
El caso de Sara no es un hecho aislado. En tan solo una semana, se reportaron tres asesinatos violentos contra personas LGBTIQ+ en Antioquia. El primero fue el de Hugo Alexander Ramírez Carmona, un hombre gay de 47 años, asesinado dentro de su vivienda en el barrio Belén Rosales de Medellín. Las autoridades investigan si la persona que estaba con él en su casa esa noche fue la responsable del crimen. Días antes, en el municipio de Andes, apareció el cuerpo decapitado de una persona trans en un cafetal. Esta víctima aún no ha sido identificada y el caso continúa sin esclarecerse.
Las denuncias no avanzan, los responsables no son capturados, y las medidas de protección brillan por su ausencia. El miedo, la desconfianza y la impunidad se han convertido en una constante para quienes pertenecen a esta comunidad, especialmente en territorios donde ser diverso sigue siendo un riesgo de vida.
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Las cifras que gritan: Colombia sigue fallando
Según datos del colectivo Caribe Afirmativo, en lo que va del año ya han sido asesinadas 24 personas LGBTIQ+ en Colombia. Esta cifra, además de alarmante, pone en evidencia una crisis de derechos humanos que las autoridades no han abordado concompromiso. El caso de Sara Millerey revive una problemática estructural: los ataques contra personas LGBTIQ+ son frecuentes, extremadamente violentos, y rara vez reciben una investigación rigurosa que lleve a la captura de los responsables.
Los colectivos insisten en que se trata de crímenes motivados por prejuicios, donde la identidad de género o la orientación sexual se convierten en el motivo de la agresión. Sara fue víctima de un ataque que no solo buscó matarla, sino hacerlo con crueldad.
La muerte de Sara ha despertado indignación entre grupos sociales, activistas y defensores de derechos humanos que exigen justicia inmediata y acciones contundentes. Reclaman que las autoridades prioricen las investigaciones, sancionen a los responsables y desarrollen políticas públicas eficaces para prevenir nuevas agresiones. Mientras tanto, la comunidad trans y LGBTIQ+ sigue enfrentando una amenaza constante, sin protección suficiente y con la carga de un país que no les garantiza ni el derecho a la vida.