El juicio contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez por presunto soborno y fraude procesal se ha visto salpicado por un episodio inesperado que ha encendido el debate sobre el comportamiento de los actores judiciales. En plena audiencia, la fiscal del caso, Marlenne Orjuela, fue captada haciendo comentarios en forma de burla sobre un mensaje espiritual publicado por Uribe, lo cual generó una tormenta mediática y abrió la puerta a cuestionamientos sobre su conducta profesional.
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El incidente ocurrió mientras se reanudaba la audiencia en los juzgados de Paloquemao. En ese contexto, Orjuela compartía con el senador Iván Cepeda parte activa del proceso un mensaje publicado por Uribe en sus redes sociales, en el que pedía ayuda celestial al fallecido papa Francisco. Lo que parecía ser una conversación privada terminó siendo público; pues su micrófono seguía abierto, y el tono irónico de sus palabras fue escuchado por todos los presentes en la sala virtual.
Más allá del hecho anecdótico, el comentario encendió alarmas sobre la seriedad del proceso y el comportamiento de la fiscal, quien representa al ente acusador. En redes sociales y medios de comunicación, distintos sectores han expresado su preocupación por lo que consideran una falta de imparcialidad y profesionalismo en un juicio que ya genera alta polarización en el país.
Uribe reaccionó ante el comentario burlesco de la fiscal
Álvaro Uribe reaccionó casi de inmediato, denunciando una supuesta ligereza en el trato que le da la Fiscalía a su caso y sugiriendo que la actitud de Orjuela podría constituir una falta disciplinaria. La discusión también llegó al escenario político, donde figuras como la aspirante presidencial Victoria Eugenia Dávila no dudaron en rechazar públicamente lo ocurrido, calificando el episodio como un acto “vergonzoso” para la justicia.
Expertos en derecho disciplinario señalan que este tipo de conductas, aunque aparentemente menores, pueden tener implicaciones serias, sobre todo en procesos de alta sensibilidad política. De acuerdo con el régimen que regula el ejercicio de los funcionarios judiciales, el tono y la conducta de los fiscales deben ajustarse a estrictos principios de ética e imparcialidad.
Este nuevo episodio agrega tensión a un proceso que ya venía cargado de controversia. Mientras tanto, los ojos del país siguen puestos en lo que ocurra dentro y fuera del estrado, en un juicio que no solo tiene implicaciones jurídicas, sino también profundas repercusiones políticas.