En Colombia, pasear a su perro sin correa ya no es un descuido menor, puesto que a partir del 2025, las autoridades intensificarán la vigilancia del cumplimiento de la Ley 1801 de 2016, conocida como el Código Nacional de Policía y Convivencia. Esta normativa, aunque lleva varios años en vigencia, está tomando nuevo impulso ante el aumento de incidentes con animales de compañía en espacios públicos.
Sacar a un perro sin correa puede generarle al dueño multas varían entre los $261.000 y los $522.000 pesos colombianos. Esto dependerá de la gravedad del caso y de si el animal es considerado potencialmente peligroso. Razas como pitbull, rottweiler o doberman deben ir, además, con bozal obligatorio.
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Estas sanciones corresponden a multas tipo 2 o 3 dentro del régimen del Código de Policía. En algunos casos, cuando el perro no representa un riesgo evidente, la infracción podría ser menor o incluso solo generar una advertencia. Sin embargo, la reincidencia puede agravar las consecuencias.
Más que una correa: responsabilidad legal y civil
Además, no se trata únicamente de una multa, pues si el animal sin correa causa daño a otra persona o a bienes públicos, el propietario podría enfrentar procesos civiles o incluso penales. Las autoridades están facultadas para incautar a la mascota o iniciar procedimientos sancionatorios si se detecta negligencia. Esta medida busca reducir situaciones peligrosas, como ataques, accidentes viales o alteraciones del orden público. También, busca recordar que tener un perro implica obligaciones más allá del cariño o la alimentación.
Una correa es más que un accesorio, es una herramienta clave para evitar que el perro huya, se extravíe, cause un accidente o se vea expuesto a peligros. Incluso un animal tranquilo puede asustarse o reaccionar de forma inesperada ante estímulos externos. Aunque las autoridades y defensores de animales coinciden en que estas normas deben entenderse como parte de una cultura de respeto mutuo. Cuidar a una mascota también implica cuidar del entorno y garantizar la convivencia segura.
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Organizaciones animalistas insisten en promover la figura del “tenedor responsable”. Esto incluye recoger las heces del animal, mantenerlo con correa en la calle y asegurar que no represente un riesgo para otros. Cumplir estas reglas no solo es un deber legal, sino una muestra de compromiso con la comunidad.