Cúcuta amaneció este jueves 15 de mayo con una noticia desgarradora. María José Estupiñán Sánchez, estudiante de Comunicación Social, fue asesinada a sangre fría frente a su casa. El hecho ocurrió en la urbanización El Bosque a las 8:12 de la mañana. Un hombre disfrazado de domiciliario llegó con un paquete de chocolates. La joven, de 22 años, se preparaba para salir cuando abrió la puerta y recibió un disparo a quemarropa. El proyectil le impactó el pómulo derecho. Cayó muerta en el porche de su casa, con el morral en la espalda y el paquete que recibió aún en sus manos.
El asesino vestía jean, buzo negro y gorra. Tras cometer el crimen, huyó a pie por la calle, mientras algunas cámaras de seguridad captaban su escape. Vecinos atestiguaron el horror pero no pudieron reaccionar a tiempo. La escena, fría y calculada, recuerda el caso de la influencer mexicana Valeria Márquez. Ella fue asesinada de forma similar mientras hacía una transmisión en vivo en su hogar.
Investigaciones en curso
Un día antes de la joven ser asesinada, había asistido a la Fiscalía de Cúcuta, ya que fue citada como víctima de violencia intrafamiliar. Según informó el diario La Opinión, la joven había obtenido un fallo favorable. Su excompañero sentimental debía indemnizarla con 30 millones de pesos. La información ha despertado sospechas sobre una posible conexión entre esa decisión judicial y su asesinato.
La joven asesinada cursaba séptimo semestre en la Universidad Francisco de Paula Santander y era reconocida por su disciplina académica y carisma entre sus compañeros y docentes. A su vez, trabajaba como modelo en una agencia local y llevaba un emprendimiento digital de ropa deportiva, lencería y calzado. Desde el programa de Comunicación Social de la UFPS emitieron un mensaje de repudio y solidaridad: “Enviamos nuestro saludo a su mamá y familiares. Lamentamos profundamente que la violencia silencie las voces de nuestros jóvenes”.
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La Policía Metropolitana de Cúcuta asumió la investigación del crimen, aunque hasta el momento no hay capturas. Este caso vuelve a poner sobre la mesa la creciente ola de violencia urbana en la capital de Norte de Santander. Mientras avanza el proceso judicial, la ciudadanía exige justicia y acciones contundentes contra el sicariato y los feminicidios.
