En los pasillos de la Clínica San Juan de Dios, en La Ceja (Antioquia), un colaborador muy especial recorre las instalaciones con una misión silenciosa pero poderosa: brindar consuelo, compañía y afecto. Se trata de Simba, un perro rescatado por el Centro de Bienestar Animal (CBA) del municipio, que luego de ser descartado por su apariencia, ahora hace parte del equipo de apoyo emocional del centro de salud.
Simba fue hallado en situación de calle tras convivir con una persona sin hogar. Mientras otros canes eran adoptados con rapidez, su pelaje oscuro y su contextura lo mantenían en la lista de espera del refugio. Muchos lo veían sin detenerse. Para algunos, simplemente no encajaba en la imagen tradicional de una mascota deseable.
Sin embargo, su suerte cambió cuando Diana Botero, psiquiatra infantil de la clínica, lo conoció. “Cuando lo vi, supe que tenía algo especial. No me importó su color ni su forma, me conmovió su mirada”, relató la médica, quien decidió adoptarlo hace poco más de un año. Desde entonces, Simba comenzó un proceso de entrenamiento como perro de asistencia emocional.
Simba ahora es indispensable en las sesiones de psiquiatría infantil
Hoy, este compañero de cuatro patas acompaña las sesiones de psiquiatría infantil, visita a pacientes hospitalizados y aparece en áreas como urgencias, donde su presencia suele arrancar sonrisas inesperadas. Pero no solo los pacientes se benefician: médicos, enfermeros y administrativos también encuentran en Simba un respiro frente al estrés cotidiano.
“Hay momentos duros en este trabajo, y Simba llega con su energía a suavizarlos. A veces basta con verlo entrar a una sala para que el ambiente cambie”, cuenta una enfermera del centro médico.
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El caso de Simba va más allá del apoyo emocional: es una muestra de inclusión y empatía. Es también una crítica silenciosa al prejuicio que, incluso en el mundo animal, puede condenar a algunos al olvido.
Ahora, con su cola siempre en movimiento y su instinto generoso, Simba deja huellas que no se borran, demostrando que todos merecen una segunda oportunidad. Y que, a veces, la mejor medicina puede venir en forma de lamido y mirada noble.