La tensión política se intensifica luego del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay. En medio de la preocupación por la seguridad de líderes políticos, el presidente del Senado, Efraín Cepeda, propuso una reunión urgente entre los partidos y la Fuerza Pública. Su idea: avanzar en estrategias que garanticen el debate democrático sin miedo ni violencia. Según Cepeda, el país no puede volver a vivir las épocas oscuras del narcotráfico, cuando el terror silenciaba a candidatos y partidos. “Queremos elecciones en paz. No queremos repetir el pasado”, declaró.
Sin embargo, el presidente Gustavo Petro respondió de forma tajante. A través de su cuenta en X, dejó claro que no se permitirá ninguna reunión con la Fuerza Pública sin su presencia. “No hay reunión con la fuerza pública de los jefes de partido sin la presencia del presidente”, escribió, recordando que, según la Constitución, es él quien comanda todas las ramas de la seguridad nacional.
Un choque institucional sobre quién lidera la respuesta
La respuesta de Petro también incluyó un mensaje político fuerte. Señaló que hay sectores que estarían aprovechando la situación para alimentar discursos peligrosos. “No más sedición y búsqueda de golpes”, escribió, usando palabras que apuntan a lo que considera una amenaza a la estabilidad democrática. Para el jefe de Estado, la vía no es el enfrentamiento institucional, sino la construcción de salidas en conjunto. “Aquí se necesita es unión, diálogo y paz”, insistió.
Además, el presidente puso nombre a lo que considera el enemigo real en esta coyuntura: la mafia. Según su publicación, Colombia está bajo ataque no por rivales políticos, sino por redes criminales que intentan capturar el poder con balas, miedo y corrupción. “Colombia está bajo ataque por un enemigo que se llama: mafia”, remató Petro, dejando ver que, para su gobierno, las prioridades deben centrarse en combatir esas estructuras, y no en peleas entre poderes.
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Mientras tanto, la solicitud de Cepeda sigue generando eco entre los partidos, que reclaman garantías concretas para hacer política sin poner en riesgo la vida.