A los 83 años, Miguel Ángel ‘Zurdo’ López falleció en Barranquilla, ciudad donde forjó uno de los vínculos más fuertes de su carrera como director técnico. El argentino, que dirigió al Junior en siete ocasiones, dejó una huella imborrable en la historia del equipo ‘tiburón’. Su momento más recordado llegó en 2004, cuando llevó al club a la gloria al conquistar el título de liga tras una final infartante ante Atlético Nacional, definida por penales.
López no solo ganó títulos, también se ganó el cariño de la hinchada por su carácter firme, su pasión en el banquillo y su compromiso con las nuevas generaciones. En 2012, se puso al frente de las divisiones menores del Junior, convencido de que el futuro del fútbol nacía en la formación. Su legado como formador y estratega lo convirtió en un referente. Solo Julio Comesaña lo supera en número de etapas dirigiendo al club barranquillero.
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Una trayectoria que cruzó fronteras y cosechó títulos
Antes de brillar como técnico, López tuvo una destacada carrera como futbolista. En Independiente de Avellaneda, conquistó cuatro Copas Libertadores, una Intercontinental y múltiples títulos nacionales. En 1976, llegó a Colombia como jugador de Atlético Nacional y fue campeón ese mismo año. Poco después colgó los guayos y comenzó una prolífica carrera como entrenador.
En los banquillos dirigió equipos grandes como Boca Juniors, América de México, Badajoz de España y Al-Ahli de Arabia Saudita. En México se coronó campeón dos veces con el América y levantó la Copa de Campeones de la Concacaf en 1992. En Colombia, además de Junior, también estuvo al frente de Atlético Nacional en 1977 y 1982, consolidando una relación profunda con el fútbol nacional en varias etapas.
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Un técnico que entendió el fútbol como pasión y formación
Miguel Ángel López vivió el fútbol como pocos. Desde su debut como jugador hasta sus últimos años como formador, dejó claro que su compromiso con el deporte no tenía fecha de vencimiento. Aunque nunca jugó con la camiseta del Junior, se convirtió en un símbolo rojiblanco por su entrega incondicional. Tras su retiro, se radicó en Barranquilla y siguió de cerca los procesos futbolísticos de la ciudad.
Su muerte deja un vacío en el fútbol colombiano y en todos los países donde su trabajo marcó generaciones. Fue un técnico ganador, sí, pero también un formador de talentos, un líder en el vestuario y una voz respetada dentro y fuera de la cancha. Hoy, el fútbol se detiene por un instante para rendir homenaje a un hombre que vivió con intensidad cada minuto del juego. El ‘Zurdo’ López no solo hizo historia: la escribió con títulos, pasión y convicción.