En un lanzamiento que combinó innovación tecnológica y referencias cinematográficas, la firma Volonaut, liderada por el ingeniero Tomasz Patan, reveló al mundo su más reciente creación: la Airbike, una moto voladora de apenas 30 kilogramos que vuela sin ruedas ni hélices. El prototipo, presentado el pasado 4 de mayo, causó furor en redes sociales gracias a un video donde se puede ver su despegue y aterrizaje en condiciones reales, sin efectos especiales ni intervención digital.
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La Airbike está construida con fibra de carbono y componentes impresos en 3D, lo que la hace extremadamente ligera siete veces menos que una moto tradicional y maniobrable. Su sistema de propulsión a chorro, acompañado por un computador de vuelo redundante, permite estabilización automática, despegues y aterrizajes asistidos, incluso para personas sin experiencia previa en pilotaje.
La moto alcanzó los 200 km/h en su primera prueba
Uno de los aspectos más innovadores del vehículo es que no cuenta con hélices visibles, lo que mejora la seguridad en espacios reducidos y permite un diseño más estilizado y futurista. En su versión de prueba, la moto alcanzó los 200 km/h, aunque su velocidad comercial estará limitada a 102 km/h para cumplir con regulaciones de aeronaves ultraligeras en Estados Unidos, lo que permite su uso sin licencia.
El diseño de la Airbike está inspirado en motocicletas supersport, con una postura inclinada, manillares tipo clip-on y una vista panorámica de 360 grados sin espejos ni carenados que obstruyan la visión. Aunque no hay una fecha oficial de lanzamiento ni precio confirmado, se estima que su valor inicial ronde los 120.000 dólares y su disponibilidad comercial podría darse en 2026.
El proyecto representa un salto significativo en la movilidad aérea personal, y se suma a una ola global de desarrollos similares que buscan transformar el transporte urbano y recreativo. La Airbike no solo es un logro de la ingeniería europea, sino también una señal de que el futuro de la ciencia ficción está cada vez más cerca de convertirse en parte de la vida cotidiana.