Con una votación dividida de 4 a 3, el Banco de la República optó por mantener sin cambios la tasa de interés en 9,25%, sorprendiendo a analistas financieros que anticipaban una reducción de al menos 25 puntos básicos. Esta decisión, según el gerente del Emisor, Leonardo Villar, responde a un enfoque de cautela frente a las presiones inflacionarias aún vigentes y la incertidumbre en el entorno internacional.
“El Banco tiene el mandato constitucional de proteger el poder adquisitivo de los colombianos, y por eso actuamos con responsabilidad frente a los riesgos globales”, explicó Villar, al referirse a factores como las tensiones comerciales, los conflictos geopolíticos y la lenta normalización monetaria en Estados Unidos.
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Desde el Gobierno, sin embargo, la reacción no fue favorable. El ministro de Hacienda, Germán Ávila, quien también integra la junta, manifestó su “desacuerdo e incomodidad” con la decisión, al señalar que la inflación ha descendido de manera sostenida alcanzando 4,82% en junio y que sectores como el agro y el turismo muestran signos de recuperación que debían ser respaldados por una política monetaria más expansiva.
¿Altas tasas de interés podría limitar posibilidades de crecimiento?
“Este conservadurismo frena la reactivación”, afirmó Ávila, tras advertir que mantener altas las tasas de interés podría limitar las posibilidades de crecimiento para la segunda mitad del año, cuando se proyecta una expansión del PIB del 2,7% jalonada por una demanda interna que crece al 4,1%.
Pese a las críticas, el Banco defendió su postura señalando que las expectativas de inflación aún están por encima de la meta oficial, lo cual obliga a actuar con prudencia para evitar presiones adicionales sobre los precios. Además, destacaron que las condiciones de financiamiento externo siguen siendo frágiles, lo que demanda mantener la estabilidad.
La decisión ha generado un nuevo punto de tensión entre el Gobierno y el Banco Central, en medio del debate sobre hasta qué punto debe intervenir la política monetaria para estimular el crecimiento económico sin poner en riesgo la estabilidad de los precios.