El futbolista Diogo Jota, delantero portugués del Liverpool y compañero del colombiano Luis Díaz, murió este jueves junto a su hermano André Felipe Silva. El siniestro ocurrió en la autovía A52, conocida como Rías Bajas, a la altura del kilómetro 65, en sentido Benavente, provincia de Zamora. Ambos se desplazaban en un Lamborghini de alta gama y según fuentes de la investigación citadas por la agencia EFE, el vehículo habría sufrido la explosión de una llanta mientras realizaban un adelantamiento. El carro perdió el control, se salió de la vía y se incendió.
Los servicios de emergencia llegaron rápidamente al lugar. Sin embargo, nada pudieron hacer, puesto que el fuego se propagó hacia la vegetación cercana, y los cuerpos de los hermanos fueron hallados sin vida. La Guardia Civil y los bomberos ya investigan las causas exactas del accidente.
Una carrera que dejó huella
Diogo José Teixeira da Silva, conocido en el fútbol como Diogo Jota, tenía 28 años. Había iniciado su carrera en el Gondomar SC, en Portugal, antes de pasar al Paços Ferreira. Allí se destacó con goles y asistencias que lo catapultaron al Atlético de Madrid en 2016. Aunque nunca disputó un partido oficial con los colchoneros, su cesión al Porto fue clave. En el club portugués marcó 17 goles en 44 encuentros. Su rendimiento lo llevó al Wolverhampton, donde se consolidó en la Premier League. En tres temporadas jugó 111 partidos y marcó 33 goles.
En 2020, el Liverpool desembolsó 44,7 millones de euros para ficharlo. Bajo la dirección de Jürgen Klopp, se convirtió en una pieza versátil en el ataque. En cinco temporadas con los reds, jugó 182 partidos, marcó 65 goles y dio 26 asistencias.
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Hace apenas una semana, se había casado con su pareja, Rute Cardoso. Hoy, su muerte deja un vacío en el vestuario del Liverpool, en su país y en el corazón del fútbol internacional.
Su hermano André también era futbolista, militaba en el Penafiel de la segunda división portuguesa. Ambos compartían no solo la sangre, sino la pasión por el balón. El fútbol está de luto. Diogo Jota se va como llegó, dejando una marca imborrable.