El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado reacciones diversas en América Latina. Mientras algunos gobiernos ven su liderazgo como una oportunidad para fortalecer lazos con Washington, otros anticipan tensiones en temas clave como la migración, el comercio y la seguridad. Expertos advierten que la región será vista más como un problema a gestionar que como un aliado estratégico, lo que podría marcar un enfoque más duro en la relación con ciertos países.
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Un nuevo escenario para América Latina
El inicio del segundo mandato de Trump ha puesto a América Latina en una posición de incertidumbre. Analistas señalan que, a diferencia de su primera administración, ahora el actual presidente cuenta con mayor respaldo político y un plan más definido para aplicar medidas enérgicas en materia de seguridad y comercio exterior.
“Trump no ha cambiado su visión sobre la región: sigue viéndola como una fuente de problemas en lugar de un socio estratégico”, señala Juan Ignacio Percoco, doctor en Relaciones Internacionales. “La agenda seguirá centrada en la lucha contra el narcotráfico, el control de la migración y la contención de la influencia de China en el continente”, añade.
El nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado refuerza la idea de una política exterior más ideologizada, con énfasis en medidas restrictivas contra Venezuela, Cuba y Nicaragua. “Esto indica que habrá un endurecimiento de las sanciones y un distanciamiento con gobiernos de izquierda”, advierte el sociólogo Franklin Ramírez Gallegos.
Aliados y opositores en la región
El alineamiento político de los países latinoamericanos con Trump varía considerablemente. Argentina, bajo el liderazgo de Javier Milei, y El Salvador, con Nayib Bukele, han mostrado afinidad con la administración republicana. Ambos mandatarios han expresado su apoyo a las políticas de Trump, especialmente en temas de seguridad y economía.
México, por otro lado, enfrenta una relación más tensa. La presidenta Claudia Sheinbaum deberá manejar con cautela las negociaciones bilaterales, especialmente en lo que respecta a la migración y el comercio. “Trump ya ha lanzado ataques verbales contra México, lo que anticipa un periodo de tensiones diplomáticas”, sostiene Percoco.
Brasil y Colombia, con gobiernos de izquierda, adoptan una postura más equilibrada. Lula da Silva y Gustavo Petro han manifestado su intención de mantener el diálogo con Washington sin renunciar a sus agendas progresistas. En el caso colombiano, las relaciones podrían verse afectadas por la reducción de cooperación en seguridad y lucha contra el narcotráfico.
El impacto en la geopolítica regional
La estrategia de Trump en América Latina también podría influir en la dinámica regional. Países como Chile y Uruguay buscan mantener una relación pragmática con Estados Unidos, mientras que Venezuela y Nicaragua probablemente enfrenten mayor presión internacional.
“Si América Latina no logra fortalecer mecanismos de integración y cooperación, Trump tendrá ventaja en la negociación bilateral con cada país“, advierte Ramírez Gallegos.
A medida que avanza su segundo mandato, el impacto de Trump en la región dependerá de la capacidad de los gobiernos latinoamericanos para establecer una estrategia común frente a la Casa Blanca.