El Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) se ha convertido en el epicentro de la estrategia del gobierno de El Salvador contra las pandillas. Con capacidad para 40.000 reclusos, actualmente alberga a 15.000 miembros de las temidas pandillas MS-13 y Barrio 18. Su construcción responde a la necesidad del gobierno de Nayib Bukele de erradicar la violencia generada por estas organizaciones criminales, que durante décadas han sembrado el terror en el país.
Las instalaciones cuentan con estrictas medidas de seguridad, diseñadas para evitar cualquier posibilidad de escape de los pandilleros o comunicación con el exterior. La estructura de la prisión, con 19 torres de control, un circuito cerrado de vigilancia y cuatro muros perimetrales electrificados garantizan el aislamiento de los reclusos. Además, al ser equipada con vigilancia constante y sistemas de control avanzados, refuerza la política de mano dura del gobierno. Estos prisioneros cumplen condenas en condiciones estrictas y sin posibilidades de reinserción, lo que genera un intenso debate sobre la efectividad de esta estrategia en la lucha contra el crimen organizado.
Pandilleros en aislamiento total y sin contacto con el exterior
Los internos siguen un estricto protocolo de encierro. Se despiertan a las 4 de la mañana, se asean y pasan por una revisión médica. La alimentación consiste en tres comidas diarias: frijoles, arroz y huevo en la mañana y la noche, mientras que al mediodía reciben pasta y arroz. Todo lo ingieren con las manos, ya que cualquier objeto podría convertirse en un arma.
Las visitas están prohibidas y los reclusos solo abandonan sus celdas 30 minutos al día. Sus actividades se limitan a audiencias virtuales y breves ejercicios en un pasillo de la prisión. La vigilancia es constante, con cámaras de seguridad y un estricto control por parte de 1.000 guardias penitenciarios, 600 soldados y 250 policías antidisturbios.
Los prisioneros duermen en camas de acero inoxidable sin colchones y se duchan con agua almacenada en recipientes dentro de sus celdas. Su dieta diaria consiste en frijoles o pasta, sin acceso a carne ni otros alimentos adicionales. Estas condiciones han sido fuertemente criticadas por organismos de derechos humanos, que las consideran inhumanas.
El perfil de los reclusos
Los internos son descritos como pandilleros de alto perfil. Cristian, alias “Catracho”, es uno de ellos. Su historial criminal incluye homicidio agravado, feminicidio, violación y posesión ilegal de armas. Como muchos otros, llegó al CECOT con una condena de varias décadas. Durante una visita de la prensa internacional, el director del penal lo expuso como un ejemplo de los perfiles peligrosos que habitan la cárcel.
La apariencia de los reclusos refleja las condiciones del encierro. Han perdido peso, su piel luce pálida por la falta de exposición al sol y la mayoría han sido rapados. Algunos muestran tatuajes que evidencian su pertenencia a las pandillas. En las celdas, los agentes vigilan de cerca sus movimientos, asegurando que no se desvíen del comportamiento establecido.
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Enemigos compartiendo el mismo espacio
A pesar de su rivalidad mortal, miembros de la MS-13 y del Barrio 18 comparten las mismas celdas. El gobierno ha justificado esta medida como un método para debilitar las estructuras criminales y evitar que continúen operando desde la cárcel
Muchos internos cumplen condenas de más de 200 años por delitos relacionados con homicidios, extorsión y tráfico de drogas. Uno de ellos, Marvin Medrano, sentenciado a 100 años, expresó su arrepentimiento y lamentó haber perdido a su familia debido a su vida criminal. Sin embargo, las autoridades sostienen que estos pandilleros son irrecuperables y no tendrán la posibilidad de salir en libertad.
“He perdido a mi familia, lo hemos perdido todo en la prisión“, dijo Medrano a los periodistas visitantes de la AFP
Reacciones y críticas internacionales
La estrategia de seguridad implementada por Nayib Bukele ha trascendido las fronteras de El Salvador y ha generado reacciones en la comunidad internacional. Diversos líderes han destacado la efectividad del modelo, que ha reducido drásticamente los índices de criminalidad de pandilleros en un país que antes figuraba entre los más violentos del mundo.
Estados Unidos ha mostrado interés en las estrategias de Bukele, con el presidente Donald Trump destacando la megacárcel como un ejemplo internacional en la lucha contra el crimen organizado, los mandatarios mantuvieron una llamada sobre medidas contra pandillas transnacionales como el Tren de Aragua.
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El CECOT simboliza la política de “mano dura” de Bukele, la cual ha reducido drásticamente la violencia en el país. Según France 24, con más de 76.000 detenidos desde el inicio del régimen de excepción en el 2023, la seguridad ha mejorado y la mayoría de la población apoya estas medidas.
Sin embargo, organizaciones de derechos humanos denuncian abusos, condiciones inhumanas y arrestos arbitrarios. Se han reportado más de 200 muertes en prisión y la detención de 8.000 de personas sin pruebas concretas que en noviembre de 2024 fueron puestos en libertar al ser considerados inocentes. Pese a esto, el gobierno de Bukele defiende el modelo y planea seguir ampliando su capacidad carcelaria.
El CECOT representa el nuevo rostro de la seguridad en El Salvador, un experimento que ha dado resultados, pero que sigue generando controversia a nivel nacional e internacional por su sostenibilidad y las consecuencias para los derechos humanos en El Salvador.