El trágico suceso ocurrió cuando la madre de Kim fue interceptada por dos delincuentes adolescentes, de 14 y 17 años, quienes le arrebataron el auto sin percatarse de que la menor aún estaba dentro. Al arrancar el vehículo a toda velocidad, la niña quedó atrapada y fue arrastrada por varias cuadras, sufriendo heridas fatales. Testigos describieron la escena como desgarradora, con gritos de desesperación y un rastro de sangre a lo largo de la calle.
El impacto del crimen generó indignación en todo el país. Sin embargo, lo que más sorprendió fue la decisión de Héctor, el padre del joven de 17 años involucrado en el hecho, quien optó por entregarlo a las autoridades. “Es una mierda de persona y tiene que pagar por lo que hizo. No lo pienso sacar, que se pudra en la cárcel”, declaró con contundencia en una entrevista.
Un acto de justicia y dolor: “Que pague por lo que hizo”
Héctor relató que su hija fue quien lo alertó sobre la participación de su hermano en el robo. “Me llamó y me dijo ‘robó un auto y mató a una nena’. Le pedí que lo retuviera hasta que yo llegara”, explicó. Además, reveló que el joven ya tenía antecedentes por robo de vehículos y problemas con las drogas. “Trabajaba conmigo y me robaba. Lo eché porque no quería ver lo que estaba haciendo con su vida”, agregó.
Las autoridades han iniciado una investigación para determinar la responsabilidad de los detenidos y analizar las acciones legales a tomar. En Argentina, el debate sobre la edad de imputabilidad de menores vuelve a encenderse, especialmente en casos tan violentos como este. Mientras tanto, los padres de Kim claman por justicia y piden que los culpables reciban la pena máxima.
Le puede interesar: Bebés reborn: La sorprendente tendencia que genera amor, terapia y controversia
El caso ha generado un fuerte debate en redes sociales, donde muchos usuarios han expresado tanto su dolor como su reconocimiento hacia el padre que decidió entregar a su hijo. “Se nota su tristeza, pero también su sentido de justicia”, comentó un internauta. Otro agregó: “Es un ejemplo de que la delincuencia no siempre es culpa del entorno, hay decisiones personales que llevan a estos actos”.
Dos familias han quedado destrozadas por este crimen. Una lucha por justicia y la otra enfrenta el peso de la culpa y la responsabilidad. Ahora, la sociedad argentina espera que el sistema judicial actúe con la severidad que el caso merece.
