En un intento por frenar el colapso de su población, varias regiones de Rusia activaron una controvertida estrategia: incentivar económicamente el embarazo adolescente. Desde enero de 2025, al menos 27 regiones rusas comenzaron a entregar pagos únicos que van desde los 230 hasta los 1.760 dólares a jóvenes embarazadas, incluyendo estudiantes universitarias y escolares. Las gobernaciones locales implementaron esta política de manera autónoma, alegando la urgencia de estimular la natalidad frente a un descenso prolongado en los nacimientos.
La lógica detrás de la medida es simple pero cuestionable: si las mujeres empiezan a tener hijos más temprano, es probable que tengan más en el futuro. Sin embargo, demógrafos en entrevista con BBC NEWS, coinciden en que esta idea no tiene sustento real y señalan que no existen antecedentes de éxito con políticas similares.
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Reducción de embarazos en Rusia: declive demográfico y el fantasma de la guerra
Rusia enfrenta una de las peores crisis demográficas de su historia moderna. En 2024, solo nacieron 1,2 millones de personas en todo el país, la cifra más baja en 25 años. Expertos atribuyen este fenómeno a múltiples factores: la guerra con Ucrania, el éxodo de ciudadanos jóvenes, y un creciente desinterés por formar familia en tiempos de incertidumbre.
El gobierno central no ha impulsado esta política directamente. De hecho, varios funcionarios nacionales marcaron distancia, calificando los incentivos regionales como iniciativas aisladas. Aun así, detrás de esta tendencia regional subyacen nuevos parámetros de evaluación para gobernadores, donde la tasa de natalidad se convirtió en un indicador de desempeño desde noviembre de 2024.
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Embarazos adolescentes en aumento: cifras y riesgos
El efecto inmediato de los pagos ya comienza a sentirse en algunas regiones. Kemerovo, en el sur de Rusia, reportó que 515 menores de edad quedaron embarazadas en 2024, un 30% más que el año anterior. Cuatro de ellas tenían menos de 15 años. Los expertos advierten que esta normalización del embarazo adolescente pone en peligro tanto a las madres como a los bebés. Según la OMS, las adolescentes enfrentan mayores riesgos de complicaciones graves como eclampsia, infecciones y partos prematuros. Los recién nacidos, por su parte, suelen presentar bajo peso y problemas de salud al nacer.
Demógrafos de renombre, como el ruso Alexei Raksha y el británico John Ermish, coincidieron en que este tipo de iniciativas no logran un cambio real a largo plazo. Ambos sostienen que fomentar nacimientos en edades tan tempranas no solo fracasa en aumentar la natalidad sostenida, sino que también genera consecuencias sociales y sanitarias graves.
“En ningún país del mundo ha funcionado. Lo que ocurre es un leve repunte seguido por una nueva caída”, afirmó Ermish para BBC NEWS. Mientras tanto, gobiernos como el de Reino Unido o Estados Unidos luchan por reducir los embarazos adolescentes, conscientes de sus efectos adversos.
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Una apuesta arriesgada en un contexto incierto
Rusia enfrenta un futuro demográfico incierto. Las proyecciones oficiales estiman que para 2046 su población podría reducirse a menos de 139 millones de personas. Aunque las autoridades regionales buscan respuestas inmediatas, los incentivos para adolescentes embarazadas se presentan más como una medida desesperada que como una solución sostenible.
En lugar de fortalecer políticas públicas que apoyen a las familias jóvenes a largo plazo, Rusia parece estar apostando por decisiones de corto alcance, con alto costo social.