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El Papa Francisco: un líder sin salario

Sin lujos ni sueldo: el Papa Francisco administró millones para caridad, pero vivió como un hombre sencillo.

El fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril no solo abrió el debate sobre su sucesor, sino que también encendió la curiosidad sobre un aspecto menos conocido: ¿cómo vivía económicamente el líder de la Iglesia católica? Contrario a lo que muchos imaginarían para alguien que dirigía un Estado y una institución milenaria, Francisco nunca recibió un salario por su labor como Pontífice.

El papa Francisco se mantuvo fiel a su vocación jesuita y a su voto de pobreza, dando testimonio de una vida centrada en el servicio, la sencillez y el desapego. En lugar de recibir un sueldo, vivió con el respaldo logístico y económico de la Santa Sede, que garantizó todas sus necesidades básicas mientras él dedicaba su pontificado a reformar la Iglesia, acercarla a los más necesitados y predicar con el ejemplo.

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Papa Francisco no tuvo un salario durante su papado

Desde el inicio de su pontificado, Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el papa Francisco, dejó claro que su estilo de vida no respondería a lujos ni privilegios económicos. A pesar de ser jefe del Estado Vaticano, nunca tuvo una asignación mensual ni ingresos personales. Esta política no fue una novedad impuesta por él; ya en 2001 el Vaticano había dejado claro que los papas no recibían una remuneración.

En el documental Amén: Preguntando al Papa (2023), Francisco reveló que, cuando necesitaba algún artículo personal como zapatos, solicitaba el dinero necesario. No manejaba efectivo, ni tarjetas, ni una cuenta bancaria personal. En su visión, el sustento diario no era una preocupación, porque confiaba plenamente en la provisión de la Iglesia.

El Papa vivió sin sueldo, fiel a su voto jesuita de pobreza. El Vaticano cubría lo básico.

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La Santa Sede asumía todos sus gastos personales

Durante su pontificado, la Santa Sede cubrió todas sus necesidades básicas. Desde su residencia, alimentación y seguridad hasta servicios de salud y transporte, cada aspecto de su bienestar fue atendido directamente por el Vaticano. Esta cobertura total formaba parte de la estructura administrativa de la Iglesia, que considera al Papa como un servidor espiritual.

Además, el papa Francisco administraba un fondo especial destinado a obras de caridad. Aunque no era dinero propio, estos recursos le permitieron extender ayuda a comunidades vulnerables y apoyar instituciones benéficas alrededor del mundo. Bajo su liderazgo, se destinaron millones de euros a causas humanitarias, particularmente a favor de refugiados, personas en situación de pobreza extrema y víctimas de conflictos.

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Un estilo de vida sencillo, fiel al voto de pobreza

Desde joven, al ingresar a la Compañía de Jesús, asumió un voto de pobreza que mantuvo hasta el final de sus días. A diferencia de algunos de sus predecesores, optó por vivir en la residencia Santa Marta en lugar del lujoso Palacio Apostólico. Su vestimenta era sobria, sus discursos centrados en la sencillez, y su mensaje, coherente con sus actos.

El papa Francisco deja un legado no solo de reformas eclesiásticas y apertura al diálogo, sino también de humildad personal. En una época en la que la transparencia y la austeridad se exigen a los líderes, él fue un ejemplo de que se puede ejercer sin aferrarse a los privilegios.

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