Este martes 13 de mayo de 2025 murió José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, a los 89 años. La noticia enluta no solo a su país, sino a toda América Latina, que lo admiró como un referente de austeridad, dignidad y coherencia política. A pesar de los rumores que ya se venían propagando en redes en días anteriores, hoy se confirmó oficialmente su fallecimiento, consecuencia del cáncer de esófago que lo aquejaba y por el cual había decidido dejar los tratamientos médicos hace algunas semanas.
Mujica eligió despedirse del mundo con la misma sobriedad con la que gobernó. Durante su última aparición pública, el exmandatario dejó ver su fragilidad física, pero también una paz profunda. Se alejó de la vida pública sin escándalos ni homenajes grandilocuentes, fiel a su estilo, centrado en lo esencial. Su legado no se mide en monumentos ni cifras, sino en la inspiración que dejó a millones que lo vieron vivir con autenticidad, sin poses.
Le puede interesar: Murió Pepe Mujica, expresidente de Uruguay

El deseo final: Pepe Mujica quería descansar junto a su perrita Manuela
Durante una de sus entrevistas más recordadas, Pepe Mujica expresó su voluntad de ser enterrado junto a Manuela, su fiel perrita de tres patas. La mascota, que lo acompañó durante sus años en la chacra y en la presidencia, fue un símbolo de su vida modesta. “Mi futuro destino está abajo de ese escollo donde está enterrada Manuela”, dijo entonces. Ese era su anhelo: no una tumba estatal ni un mausoleo, sino un pedazo de tierra junto a quien compartió su cotidianidad.
Este deseo resume el carácter de Mujica: alguien que nunca se dejó atrapar por los privilegios del poder y que priorizó siempre lo humano, lo sencillo, lo verdadero. Ser enterrado con su perrita no es solo una elección afectiva, sino una declaración de principios. En esa decisión se sintetiza una vida guiada por la humildad, donde lo afectivo siempre pesó más que lo ceremonial. Sus restos serán cremados y, según su voluntad, descansarán al lado de Manuela, en su casa de toda la vida.
Lea también: “Hasta siempre”: Petro da su último adiós a Pepe Mujica
Una filosofía de vida que no muere con él
Hasta el final, Mujica defendió una idea clara sobre la existencia: “La muerte no existe”, dijo en diálogo con CNN. “La vida es la aventura de las moléculas. Venimos de la nada y vamos a la nada”. Esa mirada lúcida sobre la muerte le permitió vivir sin miedo y partir con calma. Lejos del culto a la figura, eligió vivir con lo justo, sin que nada material le robara su libertad. “No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje”, solía repetir.
Su legado político trasciende ideologías. Mujica encarnó una forma de liderazgo basada en la honestidad, el compromiso con los más humildes y la renuncia a los privilegios. Hoy Uruguay y el continente lo despiden con admiración, no solo por lo que hizo como presidente, sino por cómo eligió vivir y morir como un hombre común. En cada rincón de su país, y más allá de sus fronteras, miles recuerdan sus palabras, sus silencios y su ejemplo.