Las noches en Tel Aviv ya no transcurren como antes. Desde hace días, decenas de estaciones del tren ligero han sido transformadas en refugios subterráneos improvisados. Familias enteras, jóvenes solitarios y trabajadores migrantes duermen entre colchones inflables y mochilas, bajo la amenaza constante de un nuevo ataque desde Irán. Mientras la superficie se vacía, el subsuelo se convierte en hogar temporal. La reciente ofensiva de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes ha elevado el riesgo de represalias regionales. Y en Israel, esa amenaza se siente en cada sirena.
La bomba que lo cambió todo no fue nuclear. Fue la GBU-57/B Massive Ordnance Penetrator (MOP). Con más de 13 toneladas de peso, esta arma fue diseñada específicamente para penetrar búnkeres imposibles de alcanzar con armamento convencional.
El reciente ataque de EE. UU., confirmado por Donald Trump, empleó esta tecnología para destruir tres centros neurálgicos del programa nuclear iraní: Fordow, Natanz e Isfahan. En particular, Fordow se encuentra excavado a cientos de metros bajo una montaña. Hasta ahora, ningún ataque había logrado un impacto tan profundo.
Un arma única, con un solo portador
La MOP solo puede ser transportada por un avión: el B-2 Spirit, el bombardero furtivo más avanzado del mundo. Esto no solo la convierte en una herramienta poderosa, sino en un símbolo de supremacía militar. Su precisión y capacidad de perforación hacen innecesario el uso de explosivos nucleares. Además, su despliegue calculado minimiza el riesgo de bajas civiles o daños ambientales. Según Trump, todos los aviones involucrados regresaron “sanos y salvos”.
La ofensiva estadounidense no solo dañó infraestructura crítica. Alteró los cálculos estratégicos de Teherán. Por años, Irán confió en la profundidad de sus instalaciones para proteger su programa nuclear. Hoy, esa garantía ha sido vulnerada. Fordow, símbolo de invulnerabilidad, ha sido alcanzado. El mensaje es claro: ni las montañas protegen ante la nueva generación de armamento.
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Tras el ataque, Irán denunció un “infierno regional” y anticipó posibles represalias. La acción también deja abierta la puerta a una nueva dinámica global: la proliferación de instalaciones aún más profundas y la búsqueda de armas aún más potentes. La GBU-57/B MOP redefine el campo de batalla. En un mundo donde las guerras ya no solo se libran en la superficie, la capacidad de perforar el subsuelo se convierte en el nuevo poder disuasivo.