En un intento por frenar el avance de las drogas ilícitas y contener la crisis que desangra al país, el gobierno de Estados Unidos anunció nuevas medidas migratorias que impactan directamente a los círculos cercanos de los narcotraficantes. No solo se trata de perseguir a quienes dirigen estas redes criminales, sino de bloquear el acceso al país a sus familiares, allegados y colaboradores que, aunque no siempre figuren en estructuras oficiales del narcotráfico, se benefician o permiten su operación.
La política fue presentada este jueves por el secretario de Estado, Marco Rubio, quien explicó que esta estrategia busca ejercer una presión disuasoria más allá de las estructuras visibles del crimen. “No se trata únicamente de castigar a los cabecillas, sino de romper sus redes de protección, financiamiento y legitimación, incluso dentro de sus propios hogares”, expresó el funcionario.
Las nuevas disposiciones se aplicarán con base en una sección de la ley de inmigración de Estados Unidos que permite negar el ingreso al país a cualquier extranjero cuya presencia represente una amenaza para los intereses nacionales. Bajo esta norma, el Departamento de Estado podrá imponer restricciones de visado de forma inmediata, con el objetivo de debilitar las cadenas logísticas que sostienen el tráfico de drogas hacia territorio estadounidense.
Rubio fue claro al señalar que esta no es una medida simbólica, sino una respuesta urgente ante una crisis de dimensiones históricas. “Estamos viviendo una tragedia sin precedentes, donde las drogas, especialmente el fentanilo, se han convertido en el principal asesino de jóvenes adultos entre 18 y 44 años”, advirtió.
Crisis del fentanilo marca el ritmo de las nuevas políticas migratorias
En su declaración, Marco Rubio aportó cifras que evidencian la magnitud del problema. Según datos oficiales, durante el año 2024 se registraron más de 220 muertes diarias por sobredosis en todo el país, una cifra que supera las estadísticas de muchas guerras y crisis sanitarias combinadas. “No se trata de un fenómeno marginal, estamos hablando de una amenaza constante que cobra vidas todos los días, en todas las regiones del país”, subrayó el secretario.
La droga más letal actualmente es el fentanilo, una sustancia que, a pesar de su uso médico legítimo, ha sido desvirtuada por redes criminales para producir versiones sintéticas de bajo costo y alta potencia. Estas versiones, mezcladas con otras sustancias o distribuidas como si fueran medicamentos legales, son responsables de miles de muertes accidentales al año.
Por ello, el Departamento de Estado anunció que hará uso de todas las herramientas legales disponibles para cerrar las puertas a quienes promuevan o respalden este comercio letal, incluso si lo hacen de manera indirecta o encubierta. Esto incluye a familiares que se beneficien de los recursos del narcotráfico, así como socios comerciales que participen en lavado de dinero, distribución o facilitación de operaciones ilegales.
Trump vuelve a poner el narcotráfico en el centro de su agenda
Desde su regreso a la presidencia en enero, Donald Trump ha retomado su discurso de “tolerancia cero” frente a las drogas y el crimen organizado. Para su administración, el combate contra el narcotráfico no solo es una cuestión de seguridad interna, sino una estrategia integral que involucra también políticas migratorias, comerciales y diplomáticas.
La ofensiva contra el fentanilo, en particular, se ha convertido en uno de los ejes de su gestión. A través de discursos, reformas administrativas y presión internacional, Trump ha dejado claro que no habrá espacio para la complacencia frente a quienes pongan en riesgo la salud pública.
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Estas nuevas restricciones de visa no son una sorpresa dentro de ese contexto. Representan, más bien, una continuación lógica del endurecimiento de medidas que buscan cortar el problema desde la raíz. “No basta con detener cargamentos o arrestar capos. Hay que aislarlos, quitarles apoyo, bloquear su entorno inmediato”, dijo uno de los voceros de la Casa Blanca.