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EE. UU. pide a América Latina definir postura ante Irán

EE. UU. busca apoyo latinoamericano frente a Irán en plena cumbre de la OEA, mientras crece la tensión geopolítica.

Con el telón de fondo de nuevos bombardeos sobre plantas nucleares en Irán y una escalada bélica entre ese país e Israel, Estados Unidos volvió a mover sus fichas en América Latina. Esta vez no se trató de una invitación diplomática, sino de un llamado categórico: o están del lado de Washington, o están del lado del “terrorismo patrocinado por el Estado”.

Esa fue la advertencia que lanzó una funcionaria del Departamento de Estado a pocas horas de que comience la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Antigua y Barbuda, una cita que en teoría debería centrarse en temas como la crisis de Haití, pero que ha sido atravesada por las tensiones del escenario internacional.

Lejos de un bloque unido, los países latinoamericanos han respondido con una mezcla de apoyo, distancia y crítica. Argentina decidió respaldar a Estados Unidos. Venezuela, Cuba y Nicaragua se pronunciaron a favor de Irán. Otros gobiernos, como el de Brasil o algunos miembros del ALBA, optaron por rechazar los bombardeos, sin alinearse del todo con Teherán.

México, por su parte, evitó pronunciamientos directos y la presidenta Claudia Sheinbaum apeló a una frase del papa Francisco: “La guerra es el mayor fracaso de la humanidad”. En un continente con heridas abiertas por intervenciones militares extranjeras y dictaduras, tomar partido no es una tarea sencilla.

Haití, la urgencia olvidada

Pese al intento de centrar la agenda en la situación desesperada de Haití, marcada por el dominio de las pandillas y el colapso institucional, el conflicto en Medio Oriente ha ganado protagonismo. Washington insiste en que la OEA debe actuar como un actor clave para liderar una respuesta regional en Haití, con el respaldo logístico de Estados Unidos.

Según funcionarios norteamericanos, la idea es crear una misión que aumente la presencia policial, limite el flujo de armas ilegales y reconstruya la seguridad pública. Pero al igual que con Irán, el mensaje es claro: Estados Unidos quiere compromiso, y lo quiere ahora.

Otra de las apuestas del gobierno estadounidense es reforzar su influencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Washington apoya la candidatura de Rosa María Payá, opositora cubana, para ocupar uno de los tres asientos que se renovarán en este periodo. El movimiento no es inocente: es una señal hacia La Habana, pero también hacia sus aliados regionales.

Al mismo tiempo, EE. UU. mira con preocupación el avance de China en América Latina. Aunque la OEA no es un espacio donde el gigante asiático tenga voto ni financiamiento, Washington teme que esa barrera simbólica comience a ceder. “No permitiremos que usen su estatus de observador para alterar los objetivos democráticos de la región”, señaló la misma fuente oficial, pidiendo el anonimato.

La región ante un nuevo dilema geopolítico

En tiempos en los que las alianzas globales se reconfiguran, América Latina vuelve a quedar en medio de una disputa entre potencias. Estados Unidos pretende que los gobiernos de la región se pronuncien claramente, pero muchos de ellos no quieren repetir errores del pasado ni ser arrastrados por agendas ajenas.

La Asamblea de la OEA, que por primera vez estará presidida por el surinamés Albert Ramdin, se da en un momento en que el tablero internacional está más tenso que nunca. Mientras unos hablan de democracia y derechos humanos, otros, con más cautela, prefieren observar desde la distancia.

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Lo cierto es que, más allá de resoluciones sobre Haití, salud mental o las islas Malvinas, la presión de Washington ha quedado clara: los tiempos de la neutralidad estratégica podrían estar llegando a su fin.

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