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Garabatos: Abelardo, ¿el ‘gallo tapao’ del 2026?

Por Rubén Darío Valencia

Aún no está en la ‘foto’ de las encuestas ‘oficiales’, donde sí aparecen Vicky Dávila (11,5%), Gustavo Bolívar (10,5), Sergio Fajardo (8,7) y Daniel Quintero (8,1) como los más ‘votados’. Pero para nadie es un secreto que un abogado y artista costeño, con sus particulares formas y estilos, viene haciendo un gran ruido en redes, actos públicos y en la exposición mediática. Al punto, que muchos auguran que pronto dará la sorpresa en la campaña electoral 2026.

En política las cosas cambian más rápido de lo que muchos creen. Hace apenas un año parecía que la izquierda tenía el camino libre para prolongar su permanencia en el poder. Petro seguía montado en la narrativa del “Cambio”, sus seguidores se sentían dueños del relato cultural y la oposición parecía dispersa, atrapada en sus viejas peleas internas. Hoy el panorama es otro. El progresismo luce desgastado, dividido y con un presidente cada vez más desconectado de la gente. Y al mismo tiempo, la derecha vuelve a moverse con fuerza, no solo por el regreso de Álvaro Uribe Vélez a la escena nacional con un respaldo que sorprendió a muchos, sino por la aparición de un personaje que está sacudiendo el tablero: Abelardo de la Espriella.

La izquierda suele vender, con mucho éxito hay que decirlo, la idea de que todos los jóvenes de Colombia son suyos, pero la realidad en las calles desmiente esa caricatura ideológica. Basta recordar las marchas recientes en las que miles de muchachos, de todas las regiones, salieron a respaldar a Uribe o a protestar contra el rumbo del Gobierno. En redes sociales los petristas hacen más ruido, sí, pero eso no significa que representen a toda una generación. Hay un bloque creciente de jóvenes que ya no compra el cuento del cambio inacabado, que reclama seguridad, oportunidades y orden, y que no se siente identificado con las fórmulas del petrismo.

Y aquí conviene insistir en algo: la seguridad como valor ciudadano irrenunciable no es un tema del pasado. No se trata de una bandera envejecida, aunque sí rota por el menosprecio que de ella tiene buena parte de la izquierda. La violencia desbordada, las masacres, el narcotráfico reactivado y el guiño permanente del Gobierno hacia Venezuela son temas que preocupan de verdad al ciudadano de a pie. Cuando la gente siente miedo en la calle o cuando el campo vuelve a estar a merced de grupos armados, la demanda de autoridad se vuelve urgente. La izquierda intenta pintar esa preocupación como autoritarismo, pero en el fondo es un clamor legítimo que sigue vigente en la mayoría de los colombianos.

El problema está en los partidos tradicionales. Ni la U ni el Liberalismo han sido capaces de liderar una oposición seria y confiable. Santos y Gaviria, cada uno desde su esquina, terminaron convertidos en símbolos de cálculo y oportunismo, más preocupados por sostener cuotas que por ofrecer una alternativa. Por eso, para muchos ciudadanos, estos partidos no son solución sino parte del problema. Ese vacío lo está llenando de la Espriella con un estilo que mezcla populismo, confrontación y una dosis de disciplina empresarial que lo diferencia de otros outsiders que podrían quedar en la anécdota.

Por primera vez en mucho tiempo, la derecha no se muestra a la defensiva. Uribe ha recuperado terreno, organiza sus huestes, las encuestas reflejan un repunte claro en las opciones de derecha y centro, y un outsider como de la Espriella mete presión en el tablero con un discurso directo, irreverente y atractivo para quienes quieren un cambio del Cambio. El progresismo conserva una base dura, nadie lo duda, pero el escenario ya no le pertenece en exclusiva.

Eso sí, que nadie cante victoria antes de tiempo. Faltan ocho meses para las elecciones y en política ocho meses son una eternidad. Y ojo: El descontento es con el Gobierno, pero no necesariamente con la idea de hacer una revolución política. Cerca del 30% de los colombianos todavía le dan crédito a la narrativa progresista, y aunque puedan perder la presidencia, tienen cómo consolidar poder en el Congreso. No es un secreto: el mercado de predicciones Polymarket proyecta que el Pacto Histórico podría alcanzar mayoría en el Senado en 2026, y sus fichas avanzan con fuerza en las cortes. El progresismo no está muerto. Subestimarlo sería el peor error de la oposición.