La tarde del jueves 17 de octubre, la comunidad de Candelaria, Valle del Cauca, indignada por el hallazgo del cuerpo de Sofía Delgado, la niña de 12 años desaparecida desde el 29 de septiembre, decidió prender fuego a la casa donde vivía Brayan Campo, el hombre que confesó haberla asesinado.
La policía detuvo a Campo y lo presentó ante un juez, quien legalizó su captura tras su confesión. La esposa del agresor también fue aprehendida, pero fue liberada debido a la falta de pruebas en su contra. Los vecinos, en un intento de hacer justicia por mano propia, se dirigieron primero al hogar de la pareja, causando destrozos en la vivienda antes de que fuera incendiada.
Tras su captura y la de su esposa, quienes habían vivido en esa casa durante tres meses, la dueña de la vivienda, Leidy Reyes, pidió a los vecinos que no siguieran destruyendo su propiedad. La mujer, quien arrendó el lugar a la pareja creyendo que eran personas normales, expresó su tristeza y rompió en llanto al ver su casa incendiada por la turba.
Según Reyes, arrendar la casa a la pareja fue un error involuntario, ya que en el proceso de selección nunca imaginó que estarían involucrados en un crimen tan atroz. “Nos equivocamos, pero somos humanos”, expresó. Añadió que la pareja, compuesta por Campo, su esposa y una bebé, había cumplido con todos los requisitos para el arriendo, lo que les hizo pensar que eran personas confiables.
Lea también: Brayan Campo acepta cargos por el feminicidio y secuestro de Sofía Delgado
En su llamado a la comunidad, pidió a los vecinos detener las acciones violentas y no seguir destruyendo su propiedad, lamentando que, a pesar de las investigaciones en curso, su hogar quedara en ruinas. “Ver mi casa en esas condiciones me llena de tristeza”, afirmó. Hizo un llamado a la comprensión, pidiendo que los actos de justicia por mano propia no afecten a terceros que, como ella, también resultan víctimas indirectas de esta tragedia.
