La violencia en Jamundí, al sur del Valle del Cauca, no da tregua. Mientras las autoridades aún no superan el impacto por el secuestro de un menor por parte de las disidencias de las Farc, un nuevo y macabro descubrimiento sacude a la comunidad. El domingo 4 de mayo, habitantes del corregimiento Potrerito encontraron una fosa común con varios restos óseos en su interior. El hallazgo ocurrió tras un deslizamiento de tierra que obligó a los pobladores a remover los escombros.
Semana obtuvo en exclusiva información sobre el hallazgo de restos en una fosa común en Jamundí, una zona de difícil acceso. Algunos aún conservaban la ropa con la que los enterraron. Se trataría de huesos de extremidades y cráneos, de acuerdo con los relatos entregados por miembros de la comunidad a la administración municipal. El sitio exacto permanece inexplorado por las autoridades, esto debido a la falta de garantías de seguridad en un territorio controlado por grupos armados ilegales.
Investigación en suspenso por control territorial
La Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, la ONU y otros organismos nacionales e internacionales ya fueron notificados. Sin embargo, ninguna entidad ha podido desplazarse hasta la fosa común en Jamundí. La presencia de actores armados como el frente Jaime Martínez, de las disidencias de las Farc, impide cualquier acción efectiva. Esta estructura criminal, que opera desde hace más de una década en la región, impone el miedo a través del secuestro, el reclutamiento forzado y los atentados explosivos.
“La guerrilla es la ley”, declaró un campesino de la zona. A escasos kilómetros del casco urbano, los pasacalles, grafitis y retenes ilegales marcan el inicio del dominio de esta disidencia. En Ampudia, corregimiento a apenas diez minutos de Jamundí, se instala el primer punto de control de los insurgentes y allí comienzan las reglas impuestas por el grupo armado. Una de ellas es portar un carnet obligatorio, sin el cual los civiles enfrentan sanciones económicas, trabajos forzados o incluso la esclavitud temporal.
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Quienes no cumplen las normas impuestas, arriesgan sus vidas y el castigo puede incluir trabajos inhumanos en la carretera clandestina que conecta con el Naya, ruta clave para el narcotráfico hacia el Pacífico. Mientras tanto, en Potrerito, los restos esperan ser exhumados.