Los ciudadanos vallecaucanos están sintiendo cada vez más el peso de la incertidumbre. Así lo deja ver la tercera entrega de la encuesta ValleVa, realizada entre el 17 y el 23 de mayo de 2025 en diez municipios del departamento. En total se aplicaron 1.396 encuestas en Cali, Palmira, Jamundí, Yumbo, Buga, Tuluá, Cartago, Buenaventura, Candelaria y Sevilla. Este estudio, que ya había medido el pulso ciudadano en noviembre de 2024 y febrero de 2025, confirma un giro sostenido hacia el pesimismo.
La combinación de emociones negativas, desconfianza política y percepciones críticas sobre el rumbo del país y del departamento dibujan un panorama preocupante. Y aunque hay excepciones, como Palmira o el repunte en Yumbo, la tendencia general indica que los ciudadanos se sienten más tristes, menos esperanzados y con menos confianza en sus líderes.
Aprobación de líderes: entre la estabilidad relativa de Dilian y la caída de Petro
En cuanto a la imagen de los principales mandatarios, la gobernadora Dilian Francisca Toro mantiene un nivel de aprobación relativamente estable. En noviembre, el 52% de los encuestados valoraban positivamente su gestión; en febrero se registró un leve descenso al 51%, pero en mayo volvió al 52%. Sin embargo, lo que sí ha cambiado es el nivel de desaprobación: pasó del 35,5% en noviembre al 38% en mayo. En paralelo, quienes no sabían o no respondían disminuyeron, pasando del 12,5% al 10%, lo que sugiere que más ciudadanos ya se han formado una opinión, aunque más crítica.
En contraste, el presidente Gustavo Petro muestra un desgaste claro. Su aprobación, que en noviembre era del 42,3%, cayó a 37% en febrero y volvió a descender a 36,2% en mayo. Su desaprobación, si bien tuvo un ligero descenso del 52,2% en febrero a 49,8% en mayo, sigue siendo alta. El porcentaje de personas que no saben o no responden también creció, de 9,8% en noviembre a 14% en mayo, lo cual podría indicar confusión, desinformación o desinterés ante su figura.
Mandatarios locales: Palmira resiste y Jamundí se desploma
En el terreno municipal, las diferencias son marcadas. Palmira continúa siendo el ejemplo de respaldo sostenido. En noviembre, el 76,3% de los ciudadanos aprobaban la gestión de su alcaldía; aunque hubo un leve bajón en febrero (73,1%), en mayo se mantuvo muy similar (71,7%). Su desaprobación no ha superado el 20% en ninguna medición.
Jamundí es otro caso crítico. Su alcaldía arrancó en noviembre con un 47,1% de aprobación, pero en febrero cayó al 39,7% y en mayo tocó fondo con apenas 21,4%. La desaprobación, en cambio, se disparó: de 41,4% en noviembre a 66,3% en mayo. En tan solo seis meses, la mandataria perdió la mitad de su respaldo y enfrenta un descontento generalizado.
En Yumbo se observa un fenómeno inverso. Si bien en noviembre la aprobación era del 60%, en febrero cayó a 44,8%, pero en mayo repuntó con fuerza hasta el 63,4%, superando incluso su punto de partida. El gobierno local parece haber logrado reconectar con la ciudadanía, aunque no se detalla en el estudio cuál fue la causa de esta recuperación.
Candelaria no tuvo la misma suerte. Su alcalde pasó de una aprobación del 68% en noviembre a apenas 37,2% en mayo, y la desaprobación pasó de 20% a 39,4%, una inversión casi completa de la opinión pública.
Tuluá también sufrió un declive notable: su aprobación cayó de 52,2% en noviembre a 35,3% en mayo. En Buga se observó una mejora temporal (pasó de 36,4% en noviembre a 45,3% en febrero), pero luego bajó a 30,5%. Cartago, en cambio, mantuvo cifras más estables: su aprobación osciló entre 51,7% y 47%, y su desaprobación se mantuvo cerca del 35%, con ligeras variaciones.
En Buenaventura y Sevilla también se refleja un deterioro. En el puerto, el respaldo al alcalde bajó de 40,6% en noviembre a 27% en mayo, mientras que la desaprobación escaló a 63%. En Sevilla, la aprobación pasó de 52,4% a 34% en mayo, con una desaprobación que pasó de 29,3% a 55,7%.
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Identidad política y liderazgos debilitados
Otro hallazgo relevante del estudio tiene que ver con la identidad política. A la pregunta “¿Usted se considera de izquierda, centro o derecha?”, cerca del 68% respondió que no se identifica con ninguna de estas corrientes, una tendencia que se mantuvo estable durante las tres mediciones: 69,4% en noviembre, 66,7% en febrero y 68,7% en mayo. La derecha se ubica en torno al 14% y la izquierda subió levemente del 8,1% en noviembre a 9,8% en mayo. El centro, por su parte, se mantuvo alrededor del 5%.
Esta desconexión ideológica también se refleja en las respuestas sobre candidatos presidenciales respaldados por figuras políticas tradicionales. Ante la pregunta sobre si votarían por un candidato apoyado por Gustavo Petro, el 28,4% dijo que sí, pero el 57,2% respondió que no. Para un candidato respaldado por Álvaro Uribe, el respaldo fue aún menor: 21,4% lo haría, frente a un rechazo del 67,3%. Estas cifras evidencian el desgaste de los liderazgos carismáticos y la creciente autonomía del voto ciudadano.
Por otro lado, la encuesta consultó si los ciudadanos estarían dispuestos a votar en las elecciones presidenciales. A pesar del desánimo general, la intención de voto se ha mantenido estable: 71,3% en noviembre, 69,3% en febrero y 69,9% en mayo dijeron que sí votarían. Sin embargo, un 19,2% afirmó que no lo haría, y un 12% aún está indeciso, lo que refleja una participación proyectada firme pero no entusiasta.
Valle y país: la mayoría cree que todo sigue igual o va peor
Sobre el rumbo del departamento, las respuestas de los encuestados se han vuelto más pesimistas. En noviembre de 2024, el 29,6% pensaba que el Valle del Cauca estaba mejorando. Esa cifra cayó a 18,2% en febrero y a 17,1% en mayo. En contraste, quienes creen que la situación está empeorando aumentaron del 23,3% en noviembre a 34,6% en mayo. La mayoría (48%) considera que las cosas siguen igual, lo que también refleja una percepción de estancamiento.
Cuando se les preguntó por la situación del país, el pesimismo fue aún mayor. La categoría “muy inestable” pasó de 19,8% en noviembre a 25,4% en mayo. La opción “inestable” también mostró porcentajes altos, y en conjunto, más de la mitad de los ciudadanos perciben a Colombia como un país en crisis. Apenas un 11,1% consideró a Colombia “estable” y solo un 1,7% la ve “muy estable”.
Emociones en torno a Colombia y el Valle: la tristeza domina
Entre las preguntas clave de la encuesta, se indagó por las emociones que despiertan en los ciudadanos tres conceptos fundamentales: Colombia, el Valle del Cauca y la situación actual del país. Las respuestas, medidas en mayo de 2023, febrero de 2024 y mayo de 2024, permiten trazar un mapa emocional colectivo que revela tanto la constancia como los giros en el ánimo de los habitantes del Valle.
En el caso de Colombia, la emoción que predomina es la alegría, que aunque ha disminuido levemente, sigue liderando la percepción emocional del país. En noviembre del 2024, el 85,57% de los encuestados la asociaba con este sentimiento. En febrero de 2025, ese número bajó ligeramente a 71,5 %, y en mayo se ubicó en 77,7%. Aunque hay un descenso sutil, el país sigue siendo visto, mayoritariamente, con una imagen positiva.
No obstante, el sentimiento de tristeza también ha ganado terreno. En noviembre, el 6,7 % de los ciudadanos sentía tristeza al pensar en Colombia; para febrero de 2025 esta cifra creció a 17,1 %, y en mayo alcanzó el 12,4%. Es un crecimiento que no pasa desapercibido y que sugiere un agotamiento emocional frente a los problemas persistentes del país.
La rabia, por su parte, ha tenido un leve ascenso. Representaba el sentir del 0,4 % de los encuestados en noviembre de 2024, subió a 0,6% en febrero de 2025, y volvió a subir a 0,9% en mayo. Otras emociones como el miedo, la ansiedad y el desagrado se mantienen estables, aunque con una participación más reducida en el espectro emocional.
Al preguntar por el Valle del Cauca, también predominó la alegría. En noviembre del año pasado, el 87,2 % sentía emoción al pensar en su región. En febrero de 2025, ese número bajó al 73,4 %, y en mayo volvió a aumentar con un 79,9%. Es una esperanza más contenida que la que genera la idea de país, pero que persiste a pesar de los desafíos locales.
La tristeza, sin embargo, mostró una trayectoria inversa. En noviembre de 2024, el 5,5 % la sentía frente al Valle del Cauca, aumentó a 16,9 % en febrero de 2025, y en mayo bajo nuevamente alcanzando un 9,4 %. Es un dato que refleja el malestar frente a problemáticas como la inseguridad, la crisis ambiental o la falta de oportunidades en la región.
La rabia ha fluctuado poco: 0,2 % en nviembre, 0,3 % en febrero y 0,6 % en mayo de este año. El miedo, aunque no es mayoritario, ha sido constante: estuvo en 2,5 % en noviembre de 2024, subió a 3,9 % en febrero de 2025 y bajó apenas a 3,87% en mayo.
Por último, cuando se les preguntó a los encuestados por la situación actual del país, la respuesta emocional fue abrumadoramente negativa. En noviembre de 2024, el 44,7 % dijo sentir tristeza frente al momento que vive Colombia; en febrero de 2025 ese porcentaje se incrementó a 45,3%, y en mayo llegó nuevamente a un 44,7 %. Es el sentimiento dominante y en ascenso, reflejo del desencanto generalizado.
El desagrado también se mantuvo alto: 15,8 % en noviembre del año pasado, 16,5 % en febrero y 13,9% en mayo de 2025. La alegría, en cambio, tuvo una caída sostenida: de 13,6 % en noviembre, a 9,8 % en febrero de 2025 y finalmente a solo 10,8 % en mayo. La esperanza ante la situación actual del país parece estar desvaneciéndose.
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En contraste, emociones más negativas como la rabia o la ansiedad permanecen por debajo del 10%. Estas emociones, en mayoría negativas, confirman que el momento actual es percibido, en general, con una carga emocional negativa mucho más fuerte que en el caso del país o la región como ideas más amplias.
