Después de años de espera, la comunidad de la vereda Papayal, en zona rural de Tuluá, celebró la entrega oficial de un puente vehicular que representa mucho más que una obra de infraestructura. La nueva estructura, construida sobre el río Tuluá, no solo mejora la conexión entre veredas y municipios vecinos, sino que dinamiza el comercio local, fortalece el turismo rural y devuelve la esperanza a cientos de familias campesinas.
El proyecto, liderado por la Gobernación del Valle del Cauca, incluye además la construcción de accesos viales, y fue diseñado con un ancho de ocho metros, lo que permitirá el tránsito seguro de vehículos de carga, motocicletas y peatones. Durante el acto de inauguración, la gobernadora Dilian Francisca Toro destacó que la obra hace parte de una estrategia más amplia para consolidar un anillo vial y agrícola que conecte a las zonas rurales con los centros urbanos.
Una promesa cumplida que impacta la economía y la vida cotidiana
Para los campesinos de Papayal y sectores aledaños, este puente representa el cumplimiento de una promesa largamente esperada. La líder comunitaria Janeth Vargas Valencia, del corregimiento Bocas de Tuluá, recordó que la idea del anillo agrícola surgió en 2002 y que, aunque parte del proyecto se construyó en 2007, el puente quedó como una deuda pendiente con la ruralidad.
Ahora, con la obra finalizada, la comunidad celebra no solo una mejora en la infraestructura, sino un verdadero cambio en su calidad de vida. “Este puente nos conecta con Andalucía, nos permite sacar los productos, llegar al médico, enviar a los niños a estudiar sin temor, y además atraer visitantes. Es una obra que transforma la vida del campo”, señaló María Alicia Bermúdez, líder comunal.
También los habitantes reconocieron la rapidez y calidad de la ejecución. José Ortega, residente de Papayal, aseguró que el puente anterior era inseguro y obligaba a tomar rutas más largas y peligrosas. “Se podía caer en cualquier momento. Esta nueva obra fue rápida, bien hecha, y nos evita rodeos por carreteras malas”, explicó.
Una obra con efectos sociales, económicos y culturales
La gobernadora Toro resaltó el papel de la comunidad como veedora activa del proceso. Afirmó que el seguimiento ciudadano es clave para garantizar que los recursos públicos se inviertan de manera correcta y transparente. “Esta obra no solo es útil, es también un ejemplo de cómo la participación comunitaria garantiza calidad y legitimidad en la gestión pública”, dijo.
Pero los beneficios del puente no terminan con la movilidad o la productividad. Para habitantes como Beatriz Eugenia Tovar, deportista de la zona, esta obra también abre nuevas oportunidades para el bienestar. “Aquí podemos hacer ejercicio con tranquilidad, caminar, trotar, reunirnos sin miedo a quedar incomunicados por el mal estado del puente. Esto le da vida al territorio”.
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La entrega del puente del Papayal se convierte así en un símbolo de reconexión entre la institucionalidad y el campo. Una muestra de que, con voluntad política y compromiso ciudadano, las obras que por años parecían imposibles, finalmente pueden hacerse realidad.
