Colombia acaba de recibir un reconocimiento que la pone en el radar global del buen comer. La prestigiosa plataforma gastronómica TasteAtlas publicó su esperado listado anual de las 100 mejores cocinas del mundo. En esta edición, el país ocupó el puesto número 18, con una calificación promedio de 4.34 sobre 5.
El resultado surge del análisis de más de 477.000 reseñas válidas sobre 15.000 platos y productos tradicionales. Grecia lideró el ranking, seguida de Italia, México, España y Portugal. En Latinoamérica, Perú y Brasil también se posicionaron en el top 20.
Colombia enamorando al mundo
Además del reconocimiento de la cocina en Colombia, TasteAtlas destacó una serie de restaurantes tradicionales que encarnan el sabor auténtico del país. Entre ellos figura La Puerta Falsa, en Bogotá, famosa por su tamal tolimense y su ajiaco santafereño. En Medellín, De Mondongo y Restaurante Hatoviejo brillan con la clásica bandeja paisa. Floridablanca aporta las inconfundibles obleas santandereanas.
La riqueza del país también se saborea en sus ingredientes. Chocolates como el Arhuaco 72% de Popayán o el Sierra Sagrada de la Sierra Nevada fueron calificados entre los mejores del mundo. El café de especialidad, con exponentes como Granja La Esperanza y La Palma y El Tucán, reafirma el liderazgo colombiano en este cultivo. También brillan destilados artesanales como el licor La Hechicera de Barranquilla y la ginebra Bosque de Indias de Manizales.
En cuanto a platos, la arepa sigue siendo reina. También la lechona tolimense, el sancocho, el calentado paisa y el arroz con coco se ubican entre los más queridos. Quero Arepa en Cartagena, El Rancherito en Medellín o Donde Jimmy en Bogotá son paradas obligatorias para saborear estos íconos. La variedad muestra cómo cada región aporta un acento único a la identidad culinaria.
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El listado también incluyó bebidas que identifican a Colombia. El cholado del Valle, el champús, la lulada, el refajo y el clásico aguardiente fueron destacados por su tradición y sabor local. La cocina de Colombia no solo se posiciona como una de las más sabrosas, sino también como una de las más diversas y enraizadas en la cultura. Un orgullo que se cocina a fuego lento, desde las montañas hasta las costas.