El mercado laboral colombiano atraviesa una paradoja: mientras las cifras de ocupación se estabilizan tras el golpe de la pandemia, la calidad del empleo se deteriora. De acuerdo con los más recientes datos del DANE, la informalidad laboral alcanzó los 13,6 millones de personas en marzo de 2025, un aumento de casi un millón de trabajadores frente al mismo periodo del año anterior. Esto significa que hoy 6 de cada 10 trabajadores en el país no cuentan con seguridad social, vacaciones, primas ni otros beneficios laborales.
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Aunque el desempleo se mantiene en un dígito, la informalidad ya roza el 57,2 %, lo que representa un retroceso frente al cierre del año pasado, cuando estaba en 55,3 %. El impacto es especialmente alto en regiones como Sincelejo, donde casi el 70 % de los trabajadores están en condiciones informales, frente a ciudades como Manizales, que muestra la menor tasa con un 35,1 %.
Un fenómeno que golpea a millones y traspasa sectores
La informalidad no distingue un único sector, pero sí se concentra en algunos con mayor intensidad. El agro, la pesca y la silvicultura concentran casi 3 millones de informales, mientras que el comercio suma otros 2,5 millones. Además, llama la atención que 1,1 millones de personas consideran su vehículo como lugar de trabajo, lo que incluye a conductores de plataformas de transporte y reparto.
El panorama se vuelve más complejo al observar que el 94 % de los informales trabajan en microempresas, muchas de ellas también en condiciones informales. Incluso, 140.000 trabajadores informales aseguran estar vinculados a grandes empresas, lo que evidenciaría una grave infracción de la legislación laboral por parte de estas compañías.
De acuerdo María Claudia Llanes, economista de BBVA Research, este fenómeno no solo debilita la estructura del empleo, sino que impacta directamente en los niveles de pobreza y desigualdad. “El 70,7 % de los hogares en pobreza multidimensional tiene al menos un trabajador informal”, indicó a Semana.
La baja formación académica también juega un papel determinante. Mientras que la mitad de los empleos formales son ocupados por personas con estudios técnicos o universitarios, solo el 12 % de los informales tienen ese nivel educativo.
A pesar de estos retos, los expertos coinciden en que el país aún puede revertir la tendencia. Para ello, se necesitan reformas estructurales, incentivos a la formalización y políticas que promuevan la productividad de las pequeñas empresas. De lo contrario, la informalidad seguirá siendo una barrera para el crecimiento económico sostenible y el bienestar social.
