Un violento episodio conmocionó este jueves 8 de mayo a la comunidad universitaria de la sede Palmira de la Universidad del Valle, luego de que un hombre ingresara armado al campus y disparara contra dos mujeres estudiantes. Tras el ataque, el agresor se quitó la vida, desatando una oleada de temor, indignación y cuestionamientos sobre la seguridad al interior de instituciones educativas públicas.
El hecho, que ocurrió en plena jornada académica, causó pánico entre los estudiantes y docentes que se encontraban en la sede. Las autoridades confirmaron que las víctimas fueron trasladadas a un centro médico y permanecen en estado reservado. Mientras tanto, el atacante quien al parecer conocía a las estudiantes murió poco después de ser atendido.
La coronel Sandra Liliana Rodríguez, comandante de la Policía del Valle, informó que el caso ya está bajo investigación y que se indagan los móviles del ataque, aunque versiones preliminares apuntan a una relación previa con una de las estudiantes agredidas.
Una comunidad universitaria en estado de shock
Como medida inmediata, la Universidad del Valle suspendió todas las actividades académicas en la sede Palmira para este viernes 9 de mayo, y emitió un escueto comunicado confirmando la decisión, sin brindar mayores detalles del hecho. Este silencio institucional ha sido duramente criticado por representantes estudiantiles y colectivos universitarios.
“Lo ocurrido no solo nos deja heridas físicas, también emocionales. La universidad debe asumir un rol activo en proteger a su comunidad”, expresó Isabel Vera, vocera del colectivo Universidades Unidas Univalle, quien además instó a que se active una ruta urgente de atención psicosocial para quienes presenciaron el ataque.
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Nicol Sinisterra, representante estudiantil, también se pronunció con vehemencia: “Estos actos de violencia son totalmente incompatibles con la vida universitaria. La universidad debe ser un espacio para la reflexión, el respeto y la convivencia”.
Críticas por fallas en los protocolos de seguridad
En redes sociales, cientos de estudiantes y ciudadanos expresaron su preocupación por la facilidad con la que el atacante ingresó al recinto con un arma de fuego. Comentarios como “¿cómo es posible que cualquiera entre armado a una universidad?” y “¿qué más debe pasar para que se refuercen los controles de ingreso?” reflejan el creciente temor entre la comunidad.
El caso reabre el debate sobre la seguridad en las universidades públicas del país y evidencia la necesidad de revisar de manera urgente los protocolos de ingreso y prevención de violencia al interior de los campus. Mientras las investigaciones avanzan, la comunidad universitaria exige respuestas claras y medidas concretas para evitar que una tragedia como esta vuelva a repetirse.
