En medio de la entrega de más de 13 mil hectáreas de tierras a familias campesinas en La Gloria, Cesar, el presidente Gustavo Petro lanzó un nuevo llamado a la élite política y económica del país: buscar consensos antes de que el Senado decida si se convoca o no a una consulta popular sobre las reformas sociales. El mandatario enfatizó que aún hay una ventana abierta para el entendimiento nacional y advirtió sobre los riesgos de cerrar el camino del diálogo.
“El pueblo tiene derecho a ser escuchado, no a ser silenciado”, afirmó el jefe de Estado, quien describió la consulta popular como una herramienta legítima, consagrada en la Constitución, para que los ciudadanos se pronuncien frente a un Congreso que, según denunció, ha cerrado el paso a debates ya ganados en la Cámara de Representantes, como ocurrió con la reforma laboral.
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Petro fue enfático al señalar que no busca un pacto con condiciones impuestas ni con la ciudadanía arrodillada. “No lleven al pueblo a una huelga general dándose aires de dueños del país”, advirtió, en un mensaje directo a quienes se oponen a sus reformas. El mandatario se mostró dispuesto a respetar el resultado de una eventual consulta, incluso si la mayoría vota en contra. “Eso también es democracia”, aseguró.
Petro mostró su molestia con el archivo de la reforma laboral
En su intervención, el presidente no ocultó su molestia con el archivo de la reforma laboral por parte de la Comisión Séptima del Senado, al considerar que se ignoró la voluntad popular expresada en la Cámara. Además, cuestionó el temor que, según él, algunos sectores sienten frente al poder constituyente. “¿Por qué tanto miedo a consultar al pueblo? ¿Dónde está entonces la soberanía?”, preguntó.
El contexto no es menor. El país atraviesa un momento de alta tensión política y social, con movilizaciones ciudadanas, una reforma agraria en marcha y una creciente expectativa frente a la posibilidad de que la gente decida directamente sobre su destino político. En ese escenario, Petro insiste en que la salida no está en la confrontación sino en un pacto amplio, incluyente, que escuche las voces de la mayoría y no responda solo a intereses particulares.
“El Acuerdo Nacional no es claudicar, es reconocernos como iguales. Si lo logramos, acabamos con la guerra social que nos consume desde hace décadas”, sentenció el presidente, dejando abierta la puerta a una reconciliación que, según él, aún es posible, siempre que se escuche al pueblo antes de que sea demasiado tarde.
