José Osorio, líder de la campaña en Bolívar del precandidato presidencial, Daniel Quintero, puso una camisa negra sobre la estatua de Cristóbal Colón en Cartagena. “Esclavista, misógino, derechoso”, dice la prenda. “Cartagena no puede seguir rindiéndolo culto a estos símbolos de esclavismo y sometimiento”, dijo a través de un video publicado en sus redes sociales. A la estatua también le puso una bandera del departamento de Bolívar.
La estatua de Cristóbal Colón, ubicada en la Plaza de la Aduana (Centro histórico de Cartagena), tiene a sus pies una mujer indígena. Por ello, Osorio asegura que no representa orgullo, sino vergüenza. “Mientras siga en pie, ¿con qué autoridad exigimos a los extranjeros que respeten a nuestras mujeres?”, agregó.
El acto, percibido como vandalismo por unos y acto de rebeldía por otros, tiene como fin último acaparar votos para Daniel Quintero en la consulta del próximo 26 de octubre. “Con Quintero, no queremos solo derribar estas estatuas, sino los poderes que siguen humillando a nuestro pueblo. Levantar en su lugar memoria y dignidad. Es la hora de Quintero presidente”, señaló Osorio.
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¿Un Quintero cartagenero? Una campaña polémica
Osorio es un exlíder estudiantil y excandidato a la Alcaldía de Cartagena. Fue la ficha de Daniel Quintero y trabajó en su Alcaldía de Medellín como subsecretario de Educación. Ahora, es quien lidera su campaña en el departamento de Bolívar. Lo hace con una narrativa disruptiva y polémica, características de la campaña de Quintero.
En agosto, Osorio pintó la frase “Uribe culpable” a un costado del puente Las Gaviotas, sobre la avenida Pedro de Heredia, en Cartagena. La frase fue borrada después por orden del alcalde Dumek Turbay, quien rechazó lo sucedido. Días después, Daniel Quintero plantó la bandera de Colombia a cinco metros de la Isla Chinería (cerca de la Isla de Santa Rosa, Amazonas) en medio de la disputa con Perú por su soberanía. Por ello, Perú lo declaró persona no grata.
La campaña de Quintero se ha caracterizado por incentivar polémicas. Fue criticado por un montaje en contra del precandidato de derecha, Abelardo De La Espriella, en el que lo “feminiza” de manera irónica para burlarse de él. Y también por decir que “mandará a la derecha a la mierda” y por sus propuestas como cerrar el Congreso, dar lavadoras a mujeres y “resetear la política”.
Intervenir y cuestionar a las estatuas de Colón en Colombia no es nuevo
El 28 de junio de 2021, en el marco del paro nacional de ese año, manifestantes encapuchados derribaron la estatua de Cristóbal Colón en Barranquilla. Le colocaron una capucha en la cabeza y una soga al cuello. Tiraron de ella con cuerdas hasta tumbarla. Una vez en el suelo, le arrancaron la cabeza y escribieron mensajes con pintura en aerosol como “por nuestros muertos” y gritaron “Colón asesino”.
Días antes, indígenas Misak y otros manifestantes en Bogotá intentaron derribar el monumento a Cristóbal Colón y el de Isabel la Católica, que se encontraban juntos. Para proteger las esculturas de bronce de un posible derribo y vandalismo, el Ministerio de Cultura tomó la decisión de retirarlas preventivamente de su pedestal y trasladarlas a un lugar seguro.
El debate alrededor de las estatuas de Colón —o de otras figuras como Sebastián de Belalcázar, cuya estatua ha sido derribada en Cali— precisa de revisar la memoria histórica. Para algunos, estas figuras representan un pasado de opresión, genocidio y colonialismo que ya no debe ser glorificado en el espacio público de una nación moderna y plural. Mientras tanto, otros aseguran que se trata de patrimonio cultural y piezas clave para adobar la historia del país.
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